domingo, 31 de diciembre de 2006

Primera compra en condiciones

Hala, después del “flash forward”, vuelvo a la historia (lo sé, lo sé, se va a acabar el año—de eso no hay duda- y este blog va a seguir inacabado…).

Estaba contándoos, aunque no os acordéis, que no nos sentamos a disfrutar de lo que sería nuestra “osera” arizónica: lo siguiente que tocaba, para hacer aquello un poco más nuestro, era llenar la nevera, que estaba muy, pero que muy vacía. Así que nos echamos los pies al hombro, y nos fuimos al súper en autobús.

Os preguntaréis qué pasaba, a todo esto, con el oído de Pablo… Pues qué iba a pasar, que seguía dando guerra, el muy condenado. Por suerte, todavía le quedaban unos cuantos ibuprofenos, así que se chutó un par de ellos durante nuestra excursión, y así pudo aguantar la ida y la vuelta al supermercado.

Para poder hacer una compra un poco considerable, vacié mi maleta-mochila (que me había comprado para ir a Inglaterra en junio) y nos la llevamos a modo de carrito de la compra. Tras un trasbordo de autobús y una hora larga (lo que ya os conté en su momento: como uno quiera moverse "en diagonal" por la cuadrícula del mapa, lo tiene chungo, porque las líneas de autobús van de norte a sur y viceversa y de oeste a este y viceversa), llegamos al Fry’s y nos abastecimos con todo lo que consideramos importante.

Compramos una práctica sartén de acero inoxidable (que en el hotel, aunque había dos ollas, tazas, vasos, cubiertos, una cafetera y una tostadora –of course, ¿cómo iba a faltar la tostadora?-), y compramos, por supuesto, por supuestísimo, una botella de aceite de oliva… No os vais a creer a quién encontramos en ella (lo podéis ver en la foto que os pongo)… Pues sí, pues sí, es Ferrán Adriá... Si es que aquí el que no corre, vuela, diréis. Pues la verdad: nos parece muy bien que Adriá se apunte este tanto (aunque claramente, no sea mi cocinero español favorito), porque en EEUU, hemos podido comprobar lo poco y mal que nos vendemos en el extranjero. Allí, en particular, en comparación con los franceses y los italianos. Allí todo lo que tenga medianamente pinta de europeo (o sea, que sea más apetecible que lo demás, exceptuando la carne), es o bien francés o bien italiano (lo de los italianos es la repanocha: ¡¡¡se lo adjudican todo, los muy caras!!!) Se podría justificar que en EEUU hay mogollón de inmigrantes italianos de varias generaciones, de ahí que se les atribuya casi todo a ellos (desde el aceite, que tiene huevos la cosa, pasando por las salchichas frescas, varios tipos de embutido, etc) y lo de los franceses viene de que los americanos centralizan la cultura europea en Francia, igual que hacen ellos con la suya (no parecen ser capaces de entender que en un territorio mucho menos extenso que el suyo pueda haber culturas diametralmente opuestas en algunos sentidos)… Para más inri, lo nuestro, lo Spanish, por motivos léxicos evidentes, se confunde con lo “hispano”, con todo lo que ello implica: lo Spanish en un supermercado es la sección de enchiladas, burritos, guacamole y los malditos frijoles… Ni rastro del queso manchego, el Rioja, el jamón serrano, el aceite de oliva (a excepción del de Ferrán Adriá)… ¡Ni siquiera la paella en bote!

Pero de esto, no sólo tienen la culpa los yanquis. Somos nosotros los que no hemos sabido vender lo bueno que tenemos, no sólo gastronómicamente hablando, sino también todo lo demás... ¿Cambiará la cosa algún día? Ni idea, pero deberíamos intentarlo. Vamos, la pasta que les podemos extorsionar a los yanquis gracias a esto seguro que asciende al PIB de algún país pobre. ¡A ver si Viggo Mortensen nos hace publicidad! (Después de lo de Alatriste, parece que el colega se ha vuelto de lo más "ibérico"...)

(Fotos: Hombre, pues son bastante evidentes, ¿no? 1) Mi maravillosa maleta-mochila que aunque Pablo siga que se tuerce para un lado al andar, bien que nos ha sacado de más de un apuro..., 2) La sartén que compramos aquel día que, por supuesto, se ha venido con nosotros, 3) Un modelo de tostadora como el que teníamos allí... Parece ser un elemento imprescindible en cualquier cocina americana que se precie y 3) La botella de aceite de Ferrán Adriá... ¡No deja de ser curioso encontrarse a los compatriotas estampados en botellas de aceite!).

domingo, 24 de diciembre de 2006

Offtopicazo 2: ¡¡¡GRACIAS BUENAFUENTE!!!

Pues a petición de Ruth, que por lo menos ella tiene ganas de oírlo, os voy a contar nuestra experiencia de la otra noche, cuando fuimos a la grabación del programa de Buenafuente en el teatro Nuevo Alcalá, aquí en Madrid. Sé que vuelvo a caer en una nueva divergencia del tema que me ocupa en este blog, pero ya estoy empezando a pensar que sería buena idea abrir otro blog para este tipo de cosas y mantener el diario arizónico para seguir con la historia de Arizona (tengo ganas de contaros pronto nuestro viaje a Las Vegas)…

Pues nada, con mi habitual nivel de detalle, me remonto a hace un par de semanas, cuando Buenafuente anunció en el programa que iban a venir a Madrid... Ese día no pillé el teléfono, pero al día siguiente tomé buena nota ¡¡¡Y ahí estaba yo, llamando a saco!!! Los chicos que nos apuntaron fueron muy majetes, aunque la organización no debió de ser muy buena, porque tuvieron que llamarme unas cuatro veces para confirmarlo todo (que era mayor de edad, que efectivamente sí íbamos a ir etc.). Una de las veces, hasta estuve a punto de decirles que me apuntaran para los programas de todos los días, pero en cuanto los de Antena 3 lo anunciaron en otro horario más temprano que el del programa, todo el mundo se puso a llamar (¡Rajaos! ¡Si ni siquiera se quedan a ver el programa, no deberían haber ido!)

Pos eso, allí nos plantamos, en la puerta del teatro, a las 6 y media de la tarde (el día anterior, la última vez que me llamaron pa confirmar, me dijeron que las butacas no estaban asignadas... ¡Había que entrar con toda la marabunta!). Como ya os dije en su momento, iba a estar allí, en primera fila, pero claro, no había contado ni con las entradas VIP (que debían de cubrir por lo menos las dos o tres primeras filas), ni con los friquis más friquis que yo (siempre se encuentra uno con gente más friqui… El friquismo tiende al infinito, igual que la estupidez…).

Total, que llegamos y nos encontramos con un montón de gente apiñada en la puerta. Ahí la verdad es que tuvimos bastante morro, porque como no había cola ni nada, nos metimos en todo el medio (cuando al final, parece ser que sí que había cola, pero no se veía). Pablo tenía que entrar por una puerta (de la A a la F) y yo por la otra (de la G a la M), así que de repente salieron los de seguridad, y dijeron que un cámara tenía que hacer una toma de la puerta, así que nos separaron en dos colas y grabaron la escena final del programa, cuando se cierran las puertas metálicas del teatro. Yo me quedé de las primeras del mogollón (no porque quisiera, sino porque me arrastraron hasta allí), y me pasé apiñada el resto de hora que nos tuvieron en la puerta (hasta las 8 menos cuarto), porque todo el mundo estaba supernerviosito por entrar. Por lo menos hice amigos: una chica que también llevaba un abrigo rojo, y un chico, que tenía a su novia también en la otra cola (yo a Pablo lo tenía controlado, su cabeza sobresalía entre el mar de gente)… Tuvimos que soportar a una panda de fans-friquis, que se pasaron toda la hora diciendo sandeces, haciéndose fotos con los posters de Andreu y del Neng que había en la puerta y fumando como carreteros/as (sobre todo /as, ¡madre mía! ¡qué tías más zafias! Esas pillaban a Buenafuente en un callejón oscuro, ¡y saldría peor que con la niña de Shrek!).

Por fin a las 8 menos cuarto, la chica de la puerta nos dijo que sacáramos los DNIes (yo lo llevaba en la mano desde hacía rato, porque mi bolso estaba en un punto indeterminado entre la multitud...) y empezó la apretura... Por suerte, entramos rápido (después de que un grupo de bakalas intentara pasarme por encima -el Neng, que atrae a un público, a veces, poco recomendable-). Cuando entré, una chica me dio un mechero de Antena 3, y ¡pa dentro! Ejem, a Pablo no lo esperé: ¡ya le había dicho que le esperaría cuando consiguiera sitio!

Como ya os he dicho, no me dejaron sentarme demasiado delante, estábamos como en la 10 o 12 fila, pero ¡se veía bastante bien! Dentro del teatro tenían montado todo el escenario, con la mesa de Andreu en la esquina derecha y la banda en la izquierda. Todo el patio de butacas estaba lleno de focos y había una cámara con un brazo gigante (lo siento, no me sé los términos técnicos del asunto), que era la que hacía las tomas del público desde arriba. Además, tenían puesta una pantalla gigante sobre el escenario, que mientras estuvimos esperando, pasaba escenas de programas anteriores (yo las había visto casi todas, pero cuando Pablo entró, estuvo riéndose un rato…).

Estos días he estado notando los efectos de aquella hora y pico en la calle: tengo un trancazo terrible (que ya me venía de antes, pero que gracias a eso, creo que ha empeorado). Pero mereció la pena: ¡¡¡me divertí como una enana!!!

Al cabo de un rato, a eso de las 8 y cuarto, entró el licenciado, el “animador de público” (figura superflua donde las haya: si el público se anima, bien, y si no, algo estarás haciendo mal)… Hombre, supongo que a la claque hay que guiarla, pero este tío resulta un poco pesado (en la tele cae mejor que al natural). Estuvo explicando lo de los aplausos y esas cosas... También dijo que no se podían hacer fotos ni vídeos (“A ver si luego vamos a salir en youtube de gratis”, que daban ganas de decirle, pues bien que os aprovecháis vosotros del Youtube, como pa por lo menos contribuir un poco, hombre…), a pesar de eso, yo escamoteé las fotos que estáis viendo, aunque no son muy buenas porque no quería tampoco que me llamaran la atención si me veían la cámara...

Después del licenciado (“un tío con dos carreras”, según le recuerda Buenafuente de cuando en cuando), apareció Buenafuente, que nos pareció un tío muy majete (en otros blogs he leído que los otros días, el licenciado salía después, pero no parecía gustarle el hecho de tener que hablar con el público después de Buenafuente. Normal. Un segundo plato como ese tío, pues no mola). En fin, ya sabéis, por mucho que uno se ría con alguien que sale en la tele no hay porqué presuponer que sea simpático o campechano. Buenafuente es ambas cosas. Lo de que sea campechano es muy importante, porque crea muy buen ambiente. Y está claro que es difícil hablarle de tú a tú al público de un teatro, pero él lo hizo, sin más historias. Se montó su pequeño monólogo improvisado y nos dio la bienvenida y atendió, en la medida de lo posible a los espontáneos que le gritaban cosas (a veces hacían gracia. Otras no. La verdad es que me sorprendió lo exhibicionista que se pone el personal con esto de la tele… Hay cada capullo suelto por ahí…).

Nos pidió que le aplaudiéramos cuando saliera después (qué tontería ¿¿¿cómo no aplaudirle???) y nos dejó con la banda, que estuvieron destripando canciones hasta el momento del comienzo del programa. Lástima que se fuera Monica Green. Era una gran cantante, con una gran voz. A la banda le falta URGENTEMENTE un/una cantante en condiciones, porque tocar, no tocan mal...

Aunque nos quedaba aún media hora para que empezara la grabación, se hizo bastante corto. Luego empezó todo, salió Andreu con un fogonazo de luz (matadora la luz esa que se enciende cada vez que sale alguien. Nos dejaba a todos cegaos). Cuando recuperamos la vista y dejamos de aplaudir, empezó su monólogo sobre lo del orgasmo por la paz mundial (podéis leer más detalles sobre el tema en el blog de Pablo). Si queréis ver el monólogo, pinchad en donde pone "Todos los detalles del orgasmo planetario" >Orgasmo planetario (ver completo) > tenéis que meter una fecha de nacimiento >Pestaña que pone “Buenafuente”… Lo sé, lo sé… La página esa de premios carácter white label es horrible. Por ahí estábamos Pablo y yo (se ve el hombro de mi jersey blanco entre el público en los minutos 3:00 y 4:31 del vídeo), yo estaba desencajada de la risa… ¡Pensaba que me iba a ahogar! Disfruté mucho más del monólogo en directo que cuando lo veo en la tele… ¡Se hace más real! En general, me pasó eso con todo el programa… ¡¡¡Me gustó muchísimo!!!

Después del monólogo (y del fingimiento de orgasmo colectivo…), Buenafuente anunció las noticias, pero dio paso a Casillas, que por lo visto ya llevaba un buen rato esperando, igual que nosotros. Cuando salió, todo el público empezó a saludarle, y Buenafuente dijo "Mira, allí hay tres que son del Atleti, porque no saludan...". Ejem, sí, éramos nosotros... El de a mi lado no saludaba, efectivamente, porque es del atleti, pero yo no saludé, porque paso de ponerme en ese plan por un porterete de fútbol, aunque fuera de mi equipo... Que no lo es, porque si lo de ser de un equipo se contagia, entonces yo supongo que soy del Atleti “por contagio”. Hombre, también había un fulano del Huelva, que enseñaba muy ufano su bufandita. La entrevista fue un poco incomprensible, porque todo el público andaba murmurando y apenas se oía a Casillas o a Buenafuente… Tampoco es que el portero dijera nada interesante, “el fútbol es así”, “no hay rival pequeño”, etc. El Casillas este es un tío muy mono al natural (le sientan bien los años), pero bastante sosainas…

Durante la entrevista hicieron una pausa para la publicidad (como estaban grabando en diferido, en realidad no era pa la publicidad…) y al final de la entrevista, Buenafuente le propuso a Casillas que dedicara balones al público que él le iba a lanzar… A mí no me emocionó la idea, porque odio los balones de fútbol (me entran instintos asesinos cada vez que bajo a la calle y los putos niños están pegando balonazos…), pero Pablo, el señor del Atleti, ahí donde le veis, emocionaíto por parar un balón… Aunque hubiera querido, no habría podido, porque los de delante se pusieron histéricos perdidos (la tipa que estaba sentada delante de mí que no levantaba mucho más de metro y medio del suelo estuvo a punto de ensañarse con un tío enorme que tenía delante, sólo por coger el baloncito...).

Una vez que Casillas se hubo ido, Buenafuente dio las noticias (el ¡¡¡¡¡¡¡penúltima hooooora!!!!!!! que la banda berrea con gusto)… Flaca memoria la mía, que no me acuerdo de lo habló… ¡¡Uffff!! Estoy pensando que ni siquiera me acuerdo del orden de las cosas del programa, pero bueno ¡¡¡Nos lo pasamos genial!!! Sacaron el tema de la familia real y entonces salió Leonorcita. Pablo se rió mucho (la verdad es que la Leonor más graciosa que ha pasado por el programa…). Después pusieron el vídeo de la gente haciendo el discurso del rey en pleno preciados… Muy gracioso. (Esto también podéis verlo en la página de Buenafuente, en el enlace de “Último programa”… Pero no os puedo poner el enlace…).

Después de otra pausa más para la publicidad, interrumpió el Follonero, que estuvo absolutamente genial: se había subido al primer palco, y puso un vídeo en el que había ido a visitar a Carlotti (el "jefe" de Antena 3) para pedirle la cesta de navidad… Luego estuvo a punto de descalabrarnos, porque se dedicó a tirar los turrones de la cesta ¡¡esto era peor que los balones de Casillas!!; vino el Neng, que salió a pegar saltos por el patio de butacas... Realmente, en directo se puede ver claramente la de energía que debe de gastar Edu Soto con el personaje: ¡es un no parar! De verdad, yo me apunto al club de fans de este actor: ¡¡¡¡es absolutamente genial!!!! Su intervención se hizo muy corta y a mí me habría encantado verle cantar... Andreu y él estuvieron intercambiando regalos de navidad: el Neng le regaló a Andreu unas gafas tuneadas y Buenafuente le puso un vídeo de regalo... (También podéis ver el vídeo en la página web..) y luego anunció que nos iban a regalar una caja de bombones de la Caja Roja (los patrocinadores de la gira) a cada uno de nosotros… ¡¡Pablo y yo ya hemos dado buena cuenta de las nuestras!!.

Después del Neng, pusieron un vídeo de Divertidós (David Fernández), que a mí no me suele emocionar, pero este vídeo tuvo gracia… Bueno, ya os digo que yo ya tenía la risa floja… Y claro, por supuesto, luego tuvo que aparecer la indescriptible niña de Shrek, que se ha ido haciendo un hueco en el programa, y como decía Pablo, al final, acaba por tener gracia. Es cierto que al natural resulta incluso más asquerosa que por la tele… Pero ese es objetivo, ¿no?

Luego pusieron un vídeo de "los incorrectos", ese par que interrumpe las entrevistas de la gente en la calle. A mí no me encanta, pero Pablo se ríe mucho con ellos. Mientras tanto, el equipo de Buenafuente preparaba el escenario para Julieta Venegas. Cuando se acabó el vídeo, Buenafuente la presentó y salió, mu tímidita, muy pequeñita ella... Cantó la canción famosa de su disco "Limón y sal", Me voy… Estuvo guay, pero su actuación también quería decir que el programa había llegado a su fin… Cuando Julieta Venegas terminó, salió Andreu y pidió que saliera el equipo… Todos les aplaudimos muuuuuucho y nos prepararnos para irnos.

En la puerta, nos dieron nuestras cajas de bombones y unas botellitas de agua (a mí me hubiera venido bien al principio, porque acabé con la garganta muy seca, de tanto reír…). Yo me quedé muy, pero que muy contenta: es lo bueno de Buenafuente, que deja muy buena sensación, ¡te ríes tanto que todo parece más positivo!

Fuimos andando hasta Alonso Martínez y luego ¡a casita en metro! (y desde entonces con catarro…).

Pero repito ¡¡¡¡¡¡MERECIÓ LA PENA!!!!!!

¡¡¡GRACIAS POR VENIR, ANDREU!!!

jueves, 21 de diciembre de 2006

Offtopicazo que no tiene casi nada que ver con Arizona: BUENAFUENTE

O bueno puede que sí que tenga que ver… Durante todo el tiempo que estuvimos en Arizona, y a pesar de que una de nuestras actividades más recurrentes era ver la tele, de la que no nos podíamos quejar, uno de los programas que más eché de menos fue Buenafuente. De verdad que considero que el canal internacional no debería estar copado por TVE: debería ser un compendio de los mejores programas que se vean en la tele española, para que los emigrados puedan ver la tele como en casa.

Uno de esos programas es Buenafuente. Y mira que no me quejo del número de Late Nights que había en EEUU. Empezando, por supuesto, por el famosísimo Saturday Night Live, del cual no vimos ni un solo programa en directo, pero ponían “mejores momentos” todo el rato. Pero bueno, a lo que iba: todos sabéis quién en Andreu Buenafuente, no os lo voy a contar yo... Y si no lo sabéis, visitad la página de El Terrat, y así os enteráis.

Yo soy una fan quasi-incondicional del programa. Me alegra las noches (y sabiendo como sabéis, lo nocturna que yo soy, pues debo de ser una de las pocas personas que no me quejo del horario... ¡¡¡Si alguna vez hasta me ha pillado traduciendo!!!). Me encantan los personajes. Casi siempre me río mucho con el monólogo de Andreu, me hace mucha gracia el Follonero (Jordi Évole), y los demás actores (quizás, el que más me chirría, es José Corbacho… Aunque tengo que reconocer que en alguna que otra "venda" de las que organiza, me he reído mucho)…

Pero bueno, en realidad, todo era para deciros que mañana, gracias a que el programa de Buenafuente está de gira (bueno, han empezado por Madrid, pero no han dicho a dónde van a ir después…), se han venido a Madrid, ¡y voy a arrastrar a Pablo y vamos a ir mañana! Mañana es el último día que está aquí en Madrid. Han pasado esta semana aquí, haciendo el programa en el teatro Nuevo Alcalá (sí, ese en el que estuvo tanto tiempo Cabaret)… Por supuesto, no me he perdido ninguno de los dos programas, aunque creo que en el plató, el programa de más juego, porque en un teatro lleno de gente, no es lo mismo… Mañana estaremos ahí, apiñaos… ¡¡¡¡Pero yo pienso plantarme allí la primera!!!!. El programa de esta noche me ha gustado más que el de ayer… ¡Y espero que el de mañana sea el mejor!

También este post era para contaros que hoy Buenafuente ha dicho ¡¡¡¡Que mañana viene el Neng!!!!!! Yo que andaba diciendo que a mí el que me hubiera gustado ver era a Miguel Chiclé, que ha venido hoy al programa, pero a fin de cuentas, ambos personajes los interpreta el mismo actor: Edu Soto. Y es que me encanta Edu Soto. Me parto de la risa con el Neng, y me encanta su voz, cuando canta como Miguel Chiclé (alter ego de Michael Bubblé)… Y lo echo mucho de menos de un tiempo a esta parte, porque ya no sale casi nunca en el programa… Hace tiempo, Buenafuente dijo que estaba de gira con su grupo, pero no dio más señas… ¡Y a mí me hubiera gustado ir a oírle cantar!

Pos hala, todos mañana a encender la tele a las 12 y cuarto, y a tragarse el programa entero, que voy a estar yo ahí, en primera fila, gritando ¡¡¡¡¿¿¿QUÉ PASSSSA NEEEEENG???!!!!

(Ufff, poneros los enlaces de las fotos va a ser una tarea un poco complicada, porque me ha costado mucho encontrarlas, y cada una estaba en una página, a cada cual más rara... Os diré que 1) Andreu Buenafuente, 2) el Gilipollas -mítico personaje que ya no sale nunca-, intepretado por el actor David Fernández, 3) el Follonero, 4)El Neeeeeeeng de Castefa, con su buga y 5) Imagen de un programa genial, en el que Miguel Chiclé y Chiquito de la Calzada cantaron "New York, New York").

sábado, 16 de diciembre de 2006

Traslados

Y por fin llegó el 1 de agosto, día en el que debíamos abandonar el Best Western, hotel que nos había acogido durante las primeras trece noches de nuestra estancia arizónica. A continuación, os adjunto lo que escribí la misma noche de aquel día, ya en nuestro nuevo alojamiento: el hotel-residencia Homestead Studio Hotel.

¡¡Qué día tan cansadísimo el de hoy!! Todo empezó bastante temprano, después de una noche bastante desapacible (yo no podía dormir y Pablo estaba bien fastidiado con el oído rebelde), recogimos todos nuestros bártulos (bastante desperdigados por la habitación del hotel, después de 13 días en él) y nos dispusimos a tomarnos el acostumbrado desayuno del que ya os hablado (seguro que estaréis hartos a estas alturas de oírme hablar de comida). Después le comenté a la chica de recepción (bastante lentilla, la pobre) que necesitábamos la camioneta para desplazarnos al otro hotel… No me debió entender bien, porque cuando al cabo del rato salí a decirle que ya nos teníamos que ir, nos dijo que la camioneta no estaba lista y nos avisaría cuando volviera… Total, me dio tiempo a ver los dos capítulos de Urgencias que ponen por la mañana (en plan premonitorio de lo que luego nos pasaría).

(Ya sigo yo, la Julia de la actualidad, con la historia, que la reseña de entonces acaba aquí)

Cuando llegó la camioneta, el tipo mejicano que la conduce, con el que yo ya había charlado alguna mañana, nos ayudó a cargar nuestras cosas en ella (incluidas las bicis) y nos montamos los tres, para dirigirnos a nuestro nuevo alojamiento.

Al principio el tipo pensó que el hotel estaba lejos, pero luego comprendió mis indicaciones y en seguida llegamos. Una vez allí, nos ayudó de nuevo a descargarlo todo, Pablo ató las bicis en el que sería su lugar habitual, la puerta lateral del hotel, y mientras el tipo y yo rellenamos un carrito con nuestros trastos. Cuando Pablo volvió de atar las bicis, el tipo le extorsionó 10 pavos (cualquiera sabe si realmente el servicio de transporte costaba eso o si el tipo se lo estaba inventando sobre la marcha).

Una vez dentro del hotel, conocimos a Patti, una de las recepcionistas (de la que mucho más adelante os pondré una foto), y para que os hagáis a la idea de la falta de contacto que hemos con americanos, os diré que Patti ha sido la persona “autóctona” con la que más he hablado durante nuestra estancia.

Tuvimos mucha suerte de que ella estuviera allí, creo yo, y además, debimos llegar en el momento indicado, porque revisó nuestra reserva y nos indicó que había una habitación libre en el tercer piso (cosa que me alegró muchísimo, porque estaba hasta el moño de que la ventana de la habitación del otro hotel diera directamente al parking. La consecuencia era que nos pasábamos la mayor parte del día con las cortinas corridas y la luz artificial). Nos dio las llaves de plástico (en los hoteles ya no existen llaves de llavero: estas son más prácticas: si se pierden, se cambia la clave y santas pascuas) y nos indicó cómo llegar a la habitación.

Cogimos el ascensor, recorrimos los pasillos hasta llegar a la puerta, y cuando entramos, nos encontramos con una agradable sorpresa: Patti nos había asignado una habitación de las dobles (que son más caras, pero que a nosotros nos cobraron por menos precio). En realidad, tampoco es que hubiera una diferencia abismal entre los dos tipos de habitaciones: en esta, la habitación donde estaba la cama estaba separada por una pared del pequeño saloncito, pero para nosotros, resultó mucho más práctico tener dos habitaciones en lugar de una sola. Aquí os pongo un tour virtual de una de estas tour virtual de una de estas habitaciones dobles (lo tenéis que mirar con explorer).

(Fotos: No podéis decir que no me he superao con estas fotos... 1) En la primera podéis ver una mini fotito del Homestead, que la he sacado de su página web -a la que podéis acceder pinchando en el enlace, 2) Aquí os señalo la camioneta del Best Western con el hotel al fondo. Sorprendente todo lo que cabía en la camioneta de marras, 3) Foto del lateral del Homestead, donde "vivían" nuestras bicis. En la foto sólo se ve la bici de Pablo, porque yo estoy haciendo la foto sobre la mía y 4) Bueno, no es quejaréis de esta foto: ¡¡¡Foto de la puerta de nuestra flamante nueva habitación!!! Al abrirla, nos encontramos con una de las primeras sorpresas agradables de los 14 días que llevábamos allí).

jueves, 7 de diciembre de 2006

La historia de la otitis

La historia del oído y la otitis de Pablo empieza antes de que nos fuéramos a EE UU. De hecho, empieza en un pueblo de la costa alicantina cerca de Gandía, llamado Daimúz, Daimús o como lo queráis llamar según donde estéis. Bueno, pues nada, no contaré mucho sobre qué hacíamos allí, porque sería también contar cosas sobre mis padres, y como mi madre dice que contar cosas en Internet no deja de ser una clase de exhibicionismo, no la expondré a tal ignominia.

Bueno, en todo caso, lo único que tenéis que saber es que estábamos pasando unos días allí antes de volar allende los mares. Pablo empezó a quejarse de que le molestaba el oído (por mucho que él diga, yo creo que fue antes de bañarse en la playa) y como luego se bañó, pues al cabo de los días, le apareció un dolor horroroso, un OTITÓN. Aún así, se negó a ir al médico, pero viendo que la cosa no mejoraba, entre todos logramos convencerle de que fuera, urgentemente, a ver a un otorrino... La perspectiva no era muy alentadora: un vuelo de chopotocientas horas con un genial dolor de oídos… Por suerte, la otorrina le recetó un antibiótico fuerte, y para cuando volamos, no estuvo tan mal. Sin embargo, cometió varios errores, a saber, 1) olvidarse una tira de antibióticos en un de los aviones que cogimos p'allá, 2) descontrolar las tomas del antibiótico (cosa que era, por otra parte, inevitable, porque con el cambio horario, el pobre se hizo un lío que pa’ qué) y, lo peor de todo, 3) confiarse de que aquello ya estaba curado…

¡¡Pues no!! ¡No estaba curado! Porque al cabo de unos días de esfuerzos al pensar que íbamos a tener que quedarnos 3 meses en aquel lugar, le empezó el dolorcete otra vez... Ya el día que fuimos al Papago Park, el hombre empezaba a estar pachuchete y el lunes antes de irnos al nuevo hotel, seguro que ya andaba subiéndose por las paredes… De lo que sí que me acuerdo es de que ya le costaba dormirse por las noches apoyado en el oído malo... Tenía que hacerlo sobre el bueno, porque si no, veía las estrellas…

Su estado iba empeorando con las horas, al principio sólo guiñaba el ojo del lado del oído (como podéis ver en la foto del post de la foto del post del Papago Park), pero luego empezó a sentir pinchazos y para cuando nos tocó “hacer la mudanza”, estaba el pobre hecho polvo…

(Foto: Fíjate tan contentos estábamos en nuestras vacaciones en la costa levantina, pero sin sospechar la otitis que se le venía encima a Pablo; aunque ya se cernía sobre nosotros la alargada sobra de Arizona...).

El último día en el Best Western

El último día del mes de julio, y por lo tanto, el último día en nuestro primer hotel en Arizona había llegado. Y digo primer hotel, porque al día siguiente nos dirigiríamos al segundo, al Homestead, ya que habíamos decidido no calentarnos más la cabeza con el tema del alojamiento (ya era suficiente el sol abrasador del desierto para calentárnosla a base de bien). La verdad es que no recuerdo muy bien lo que hicimos aquel día, sólo me acuerdo de que estuve haciendo las fotos que os he puesto ya de la sala del desayuno (os voy a poner la otra que hice, que no la colgué en su momento) y del exterior del hotel para colocároslas en este mi blog, pero no me acuerdo mucho de si Pablo fue a la universidad ese día… De lo que sí me acuerdo es de que el oído derecho de Pablo ya había vuelto a las andadas y había empezado a dar guerra.

(Segunda foto de la sala del desayuno. En ella podéis ver la máquina del café y la tele que estaba peremnemente puesta en la CNN... ¡Qué agobio! Alguna que otra mañana tuvimos que desayunar con discursitos inflamados de patriotismo y lugares comunes de Bush... Cuando no había nadie en la sala, solíamos cambiar de canal... Aunque sólo tenía sintonizados un par de canales más sobre viajes y cocina...).

Quedaba pendiente...

Hace ya unos cuantos posts os prometí que Pablo os iba a hacer una demostración en vivo y en directo de cómo se pronuncia BOURBON SANDWICH. (Podéis leer más detalles del asunto aquí)...

Como lo prometido es deuda:



(Que sí, que sí, que es Pablo (sobrio, fijaos qué capacidad de pronunciación), aunque parezca un pariente de Bush borracho hasta las trancas... Después de oir esto, entenderéis perfectamente nuestros problemas con el idioma local... Bueno, y con los locales en general, que no necesitaban beberse veinte botellas de whisky para hablar así... Y porqué a partir de entonces, mi adoración por el inglés británico va en aumento...)


lunes, 4 de diciembre de 2006

El Papago Park

El domingo nos volvimos a levantar tarde, justo a tiempo a tiempo pa desayunar. Luego nos duchamos y nos preparamos para salir tranquilamente, en plan dominguero. Por suerte, estaba nubladillo; por lo que no hacia un calor agobiante, ideal para dar una vuelta en bicicleta sin morir en el intento…

De nuevo cogimos la calle principal (N Scottsdale Road) donde esta situado nuestro hotel hacia arriba (como el día anterior), para dirigirnos hacia Scottsdale, pero esta vez giramos en la primera calle a la izquierda, Curry Road, en dirección al Papago Park, que delimita la difusa frontera entre Phoenix y Scottsdale. En él se encuentran el zoológico de Phoenix, el Arizona Historical Museum y el Desert Botanical Garden.

Una vez hubimos entrado en el parque, volvieron a cumplirse las dos variables de este lugar, a saber, 1) que aquí prácticamente no hay ni Dios en la calle, en este caso con la excepción de unos cuantos pescadores que estaban intentando pescar truchas en los laguillos, lagunas y charcas del parque y algunas familias desperdigadas aquí y allá que estaban haciendo picnic en los sombrajos habilitados a tal efecto (la mayoría de ellas tenían pinta de hispanas… Parece que los mejicanos todavía no mueren si no respiran aire acondicionado, como les pasa a los yanquis de pura cepa), 2) que de nuevo, los mapas volvieron a engañarnos, ya que aquí todo es HUUUUGE (como dirían ellos), y que el parque de marras parece ser más grande que la Casa de campo à la tropicale, con dunas, cactus y palmeras: tardamos casi una hora y pico en dar una vueltecilla por un extremo del parque y 3) como consecuencia de lo anterior, efectivamente, varias zonas del parque e estaban pensadas única y exclusivamente para los coches… O más bien, para los caññññonerousssss: es cierto que había también algunos carriles bicis, pero casi todo el resto del parque estaba lleno de carreterillas y de aparcamientos…

Como os digo, recorrimos el parque casi entero longitudinalmente, hasta que al final salimos por McDowell Road, para volver al hotel por dentro de Scottsdale, en lugar de entre cactus y palmeras, entre enormes tiendas de coches de ocasión y tiendas de Ferraris y Lamborghinis. También esto nos sirvió para ver donde hubiéramos vivido de haber elegido el el sitio al que nos llevó Tony, ya que estaba prácticamente en esa calle (McDowell), sólo que unas cuantas “cuadras” más hacia el este. ¡¡Un poco lejos (lejísimos), la verdad, para empalmar hasta allí todos los días en bicicleta!!

De vuelta, tratamos de encontrar algún restaurante en el que comer, pero igual que el día anterior: tienen la bendita manía de no colocar una mala carta de menú fuera del establecimiento, lo cual no sólo plantea problemas por motivos económicos (uno nunca sabe si se está metiendo en un restaurante de cinco tenedores…), sino también por motivos prácticos: si ves, por ejemplo, un restaurante All you can eat… ¿Puedes asegurar a priori el tipo de comida que te van a servir dentro? Hombre, pues tratándose de este país, en la mayoría de los casos, la respuesta es SÍ; porque esta gente no parece considerar que en la variedad esté el gusto, y las hamburguesas /pizzas /variantes mejicanas+pancakes de postre son plato de rigor… Pero uno nunca puede saberlo…

Total, que al final, después de mirar todos los restaurantes abiertos de la calle, y comprobar que ninguno tenía carta fuera, acabamos otra vez en el Denny's, el restaurante de al lado del hotel; yo comí pescado (nada en comparación con los lenguaditos mediterráneos que me zampé antes de irme de España… snif) y Pablo por fin pudo comerse una especie de tortillita francesa (con inspiración de burrito mejicano…) que tanto echa de menos (si en el fondo somos gente sencilla, ¡joer!).

El resto del domingo transcurrió en la habitación del hotel (yo me eché una siesta tremenda y Pablo estuvo viendo videos del YouTube toda la tarde) y para cuando quisimos darnos cuenta, volvía a ser de noche y como a Pablo le daba cosa alejarse del hotel, volvimos al Denny’s (si, es cierto, deberían habernos hecho precio especial) para comprar una ensalada (era la misma, pero no estaba tan buena como la del viernes), para acompañar el embutidito y el pan que habíamos comprado en el supermercado mejicano.

De vuelta del Denny’s, paramos un rato en la recepción a preguntarle no-sé-qué a la chica rubia, porque la que había por las mañanas era una gordita que no se enteraba de nada, y así, estuvimos charlando con ella. Nos estuvo diciendo que teníamos que ir a ver el Cañón del Colorado (ya fue ella la que nos comentó que había excursiones desde los propios hoteles) y pareció muy interesada de nuestra historia (como para no estarlo: estaba la mujer en noche de domingo, ayer en la recepción, más aburrida que una mona). Después de cenar estuvimos viendo una película de estas “para todos los públicos” con Michael Caine y el niño del Sexto sentido (Haley Joel Osment) llamada Secondhand Lions, un poquito rollo, la verdad, sobre todo la segunda vez, y luego ¡a dormir otra vez! Menudo sueño de sitio, estaréis pensando…

(Fotos: 1) Mapa del Papago Park, como la descargué en julio, ¡no encuentro ahora la referencia!, 2) Cactus del Desert Botanical Garden urban.csuohio.edu del 03/12/2006, 3) ¡Una menda con el parque de fondo! ¿Os gusta mi super gorra yanqui?, 4) Pablo, con el Hole on the Rock en el fondo... No os creáis, era uno de los "Phoenix Points of Pride"... Ya os contaré eso en otro post, 5) El cartel de la peli www.impawards.com del 03/12/2006).

viernes, 1 de diciembre de 2006

Sábado, noche de perreo también

Después del pollo, siesta… Siesta larguísima… Tanto, que cuando nos despertamos (sí, sí, dormíamos como marmotas ¿qué pasa?), ya era bastante de noche. Como no teníamos nada de hambre, cruzamos la carretera para ir a un burguer que había al otro lado, llamado In-n-out (el nombrecito era toda una declaración de intenciones… Era algo así como: consume y come rápido y pírate más rápido aún). Por lo que vimos, el lugar y su aparcamiento eran el lugar de reunión de los adolescentes de la zona (teniendo por adolescentes a los mayores de 15 años y medio, ya sabéis… Sin coche…). Pues eso, no os voy a hablar de los adolescentes yanquis… ¡¡¡Si los tenemos tol santo día en la tele, dando por saco!!! Y a la pregunta que seguro que me haréis os respondo SÍ. Parecen tan tontos al natural como en las pelis.

Mi idea era invitar a Pablo a un Nestea, a ver si nos limpiaba un poco las cañerías del picante radioactivo del pollo mejicano. De nuevo, mi gozo en un pozo. No sé si ya os lo habré contado, pero bueno, si os lo he contado ya, me repito: las bebidas en los sitios estos de comida rápida eran un poquito diferentes a las que estamos acostumbrados (coca cola-fanta naranja/limón-sprite-y si acaso nestea). Aquí había brebajes infestos llamados Dr.Pepper, Mountain Dew y otros que ni me acuerdo, pero la Fanta no parece haber triunfado en este país (demasiado ácida pa su gusto, me parece) y el Nestea suele brillar por su ausencia a favor del Lipton Iced tea, pero en muchos casos, como el nuestro de aquella noche, simplemente te colocan té normal y corriente frío (fíjate tú, los yanquis en plan naturaloide), lo cual puede ser una bebida extremadamente asquerosa, como no le añadas bastante azúcar y algo de limón… Todo esto pa demostrar lo curiosas que son a veces las diferencias de paladar dependiendo de la cultura…

Total, que nos decidimos por un té frío de esos. Pablo no se lo acabó y yo creo que sí, pero no guardo buen recuerdo (y eso que el té es una de mis bebidas favoritas) y de nuevo nos apalancamos en la habitación a ver la tele. Pillamos empezada una comedia romántica protagonizada por Jack Nicholson y Diane Keaton (con Amanda Peet y Keanu Reeves) que se llamaba Something's gotta give! en la TBS y la verdad, no estaba mal, es graciosa. Lo bueno de la mayoría de las cadenas de la tele por cable en EEUU es que suelen ponerte la misma película como mínimo dos veces seguidas, así que justo cuando acabó, volvió a empezar, así que también nos vimos el principio... Dentro de lo que son las comedias románticas, ¡esta estaba bastante bien! (No es un género nada fácil: es tan sencillo caer en las cursilerías más petardas...)

(Fotos: 1) Reproducción de un in-n-out burger... Vamos, supongo que la estructura será exactamente igual en todos ellos, de la página www.in-n-out.com, 01/12/2006, 2) El cartel de Something's gotta give!, de images.barnesandnoble.com, 01/12/2006 y 3) Diane Keaton, mu poco favorecida ella, pero en una de las escenas más divertidas de la película -la pobre se pasa 10 minutos llorando-, de www.exler.ru, 01/12/2006).

Sábado, día de perreo

Andábamos por el 29 de julio y ¡sólo nos quedaban tres noches de hotel antes de mudarnos!. Al final, decidimos definitivamente que nos quedaríamos en el Homestead, haciendo el esfuerzo económico, y ni siquiera fuimos a ver por segunda vez el otro sitio al que nos había llevado Tony, porque verdaderamente estaba demasiado lejos del campus, como comprobaríamos al día siguiente.

Ese día, que ya era nuestro segundo sábado, nos levantamos tarde, ya empezábamos a coger mal horario (si es que lo mío es incorregible)… Bueno, aunque en realidad no era mal horario, simplemente todavía estábamos, y estuvimos así casi todo el verano, con muchísimo sueño, entonces dormíamos hasta tarde, pero también nos echábamos la siesta.

Después de desayunar (aún así, llegamos al desayuno) nos cogimos las bicis y nos dirigimos hacia el campus, porque el sillín de mi bici insistía en bajarse, total, que durante aquella semana acababa casi sentada en el suelo y con mucho dolor de rodillas, de pedalear con las piernas demasiado flexionadas (además de por estar todavía en período de pruebas con lo de frenar con los pedales). Total, que fuimos al Tempe Bicycle dando un agradable paseo, agradable en gran medida porque estaba nubladillo, y no hacía el habitual calor abrasador.

El tipo del Temple Bicycle ajustó de maravilla el sillín (tanto, que prácticamente no hubo que volver a tocarlo en todo el verano), así que nos animamos a dar una vuelta en bici por Scottsdale. Yo hubiera querido llegar en bici hasta el Downtown Scottsdale, en el que habíamos estado la noche de la cena con Tony y su mujer. Qué tonta, seguía sin acostumbrarme a que allí las cosas estaban a millas y millas unas de otras: imposible llegar a ellas por medios “naturales”. De todas formas, me da pena no haber vuelto al Downtown Scottsdale ningún otro día a verlo tranquilamente (es cierto que volvimos, pero fue otra noche, a otra cena que ya os contaré), pero chico… Otra de esas cosas que con un coche, habría sido facilísimo de hacer…

Anyway, cogimos la calle de nuestro hotel hacia arriba, Rural road, que en hacia el norte, hacia Scottsdale se convertía en North Scottsdale Road. Justo al pasar el hotel, cruzando por debajo una de las circunvalaciones de Tempe, había una zona un poco fea, llena de garitos de mala muerte y puticlubs (bueno, decir que esta era fea en comparación con lo demás es un adjetivo quizás demasiado fuerte... La verdad es que todo era feísimamente monótono...). Un poco más arriba empezaba a repetirse el patrón bloque residencial (los de Scottsdale se notaba que eran más lujosos que los de Tempe, aunque eso crecía a medida que se subía hacia el sur), zona comercial con restaurantes de comida rápida o similar, tienda de coches monstruosa, etc.

Como siempre, ni Dios por la calle, todo, absolutamente todo desierto salvo Pablo y yo. Íbamos subiendo por la acera izquierda, pero vimos un supermercado (ya os dije que no eran tan comunes) en la acera derecha y cruzamos para ver qué era… No encontramos un super mejicano, que nos alivió bastante porque, salvando el océano y las diferencias culturales (abismales en algunos sentidos), a fin de cuentas los mejicanos son primos hermanos, y como tales, tienen un concepto de la comida que nos resultaba más familiar. Nos dimos una vuelta mirándolo todo (las salsas, las carnes, las tortillas, y las vírgenes de jardín –sí, sí, lo que oís: algunos ponen gnomos y otros… vírgenes de los colores más estrafalarios, tamaño king size-), compramos un bote de guacamole (cosa que no volvimos a hacer jamás. He descubierto que sólo soporto el guacamole que yo misma preparo. Y allí no lo hice ni una sola vez, sencillamente porque no me apetecía) y un pollo asado para comérnoslo en la intimidad de nuestra habitación de hotel.

No quisimos seguir subiendo hacia el norte de Scottsdale porque empezaba a salir el consabido sol de justicia, Pablo estaba cansado y además: ¡había gusa!

Total, que nos volvimos, bastante cansadillos, a la habitación, y nos zampamos el pollo. Hombre, no fue muy raro que el pollito de marras nos sentara como un tiro: ¡lo habíamos comprado en un super mejicano! ¿qué esperábamos? Tenía un regusto picante retardado que estuvo haciendo su efecto toooda la tarde.

(Esta foto es muy tonta, lo sé, pero era pa os hiciérais a la idea de lo de las vírgenes de jardín. En la zona de Guadalupe, en la reserva de los indios, había muchas en los jardines... La foto es de cgi.ebay.com, 30/11/2006).