miércoles, 30 de mayo de 2007

Pequeño offtopic: Vuelta de Suiza

Por fin empiezo a reconciliarme con Estados Unidos, después de volver de viaje a Europa, de haber pasado este último fin de semana en Basilea, Suiza, visitando a Alba, que está allí trabajando este mes en el Banco de Pagos Internacionales (BIS).

La verdad es que ha sido un fin de semana muy interesante y divertido, el grupo de Alba es muy majo, me lo he pasado genial y la verdad es que me habría gustado poder quedarme más tiempo (esta es de esas veces en las que una echa de menos currar en buena compañía en lugar de en solitario). ¡E incluso hemos estado en Estrasburgo!

Había pensado incluiros un mega-off-topicazo para contaros todo lo que he hecho allí, pero esto definitivamente rompería el hilo temporal de mi narración arizónica (que, ya os aviso, pretendo no extenderla eternamente: aunque seguramente no la termine antes de que se cumpla un año de nuestra partida, no tardaré en acabar, porque está claro que no me voy a quedar toda la vida en Madrid: el cuerpo me pide más viajes). De momento, sobre este tema, sobre Basilea, no os contaré nada más, porque lo del off-topicazo es demasiado abrupto (además, se notaría demasiado mi imparcialidad por Europa, tampoco es plan…), pero si os interesa, no lo dudéis: más tarde o más temprano, acabaré haciéndoos un relato de este último, divertido fin de semana en Basilea.

(Algunas fotos de este fin de semana: 1) Barfüsserplatz en el centro de Basilea y 2) Juan Carlos, Maitena, Olga, Raquel, Carlos y Alba en casa de Carlos -¡un piso precioso!- en Basilea).

martes, 22 de mayo de 2007

La pizza del Lorenzo's


Ya estaréis hartos de oírme hablar de comida… Pero es que las cosas son así: uno de nuestros consuelos era comer, ¡sobre todo si podíamos comer cosas TAN buenas!

Lo de la pizza del Lorenzo’s Pizza, Pasta & Café queda fuera de toda descripción… Bueno, bien podría decir que sería una de esas cosas que me gustaría llevarme a una isla desierta, o que si existe cielo o infierno, deberían comer pizza del Lorenzo's… Porque decir que estaba DEMASIADO buena, se queda corto (cuando Internet evolucione, y se puedan transmitir olores y sabores, podría deleitaros con uno que seguro que os alimentaría).

Por lo que me he enterado, los dueños del Lorenzo's son sicilianos (auténtico, ¿eh?) y tienen dos restaurantes: uno, el de Tempe y otro, en Nueva York. Pablo corroboró que la pizza le recordaba mucho a las que había probado en Italia (nota mental: TENGO que ir a Italia).

La verdad es que no sé si, si no se nos hubiera escacharrado el portátil, hubiéramos acabado entrando allí, pero sí recuerdo que quedaba justo en el borde exterior del campus, en University Drive, y ya habíamos pasado muchas veces por delante, tanto en bici como a pie. Aquel día nos venía bien, porque luego teníamos que volver al campus, a que Pablo resolviera lo del portátil y yo tratara de continuar con mi trabajo.

Nuestra primera pizza del Lorenzo's la recuerdo como algo muy, pero que muy agradable. Dentro de la pizzería, que estaba medio vacía, y funcionaba como restaurante de comida rápida (había que hacer el pedido y luego ir a buscarlo), hacía una temperatura adecuada (gracias a Dios que no subían mucho el aire acondicionado) y por las ventanas entraba un solecito muy majo (no parecía ser el maldito sol abrasador que nos solía achicharrar las ideas). Decidimos pedir la pizza más grande que hubiera (nuestra elección fue ese día la Lorenzo’s special y, por no variar, nunca comimos ningún otro tipo de pizza… ¡Y mira que todas tenían un aspecto excelente!), porque habíamos recobrado el hambre de golpe, una vez que lo del portátil estaba en vías de recuperación.

Está claro que son los pequeños detalles los que hacen de un viaje algo especial o digno de recuerdo. Mi recuerdo de Arizona, en general, tiene un carácter negativo, porque muchas de las cosas que recuerdo no son en absoluto positivas (guardo muchos mejores recuerdos de Bremen, de Norwich, e incluso, de Estrasburgo); pero las pequeñas cosas que hicieron de nuestra estancia algo menos insoportable nos quedan en la memoria de manera imborrable. Son esas pequeñas cosas las que me hacen pensar que si algún día vuelvo a Tempe (cosa harto improbable, para qué vamos a engañarnos… Con la de sitios interesantes que hay en el mundo…), una de las cosas que me gustaría hacer, sería comerme una pizza special del Lorenzo's.

(Fotos: 1) La deliciosa pizza especial del Lorenzo's que nos jalamos el primer día... Cuando hice la foto ya estaba empezada, claro, que estábamos que nos moríamos de hambre, 2) Pablo posando con la pizza, justo antes de atacarla, 3) Foto de la entrada del Lorenzo's, de la página del enlace que os pongo más arriba).

lunes, 21 de mayo de 2007

Piripitoto kaputt


Como consecuencia de la fiestecita nocturna, a la mañana siguiente, nos despertamos tarde y hechos polvo... Aún así, nos fuimos a la ASU, a intentar aprovechar un poco el día… La verdad es que tengo un vacío mental, supongo que porque andaba de bastante mal humor y porque me tenía que dedicar todo el santo día a traducir…

Si en el post anterior he dicho que el jaleo nocturno nos provocó el momento de más miedo en Estados Unidos, este fue el momento, por lo menos para mí, que más agobio pasé estando en Arizona.

El caso es que al día siguiente y dos días después de la fiestecita nocturna (era sábado), Pablo y yo tuvimos una discusión (no me acuerdo muy bien de porqué, pero yo estaba bastante agobiada por lo del trabajo: aún no iba mal del todo, pero casi, casi…)

Total, que nuestro ordenador, nuestro Piripitoto que a tantos sitios nos ha acompañado ya, debió escuchar la discusión y se enfadó él también… El caso es que se petó. Se petó del todo… Yo no puedo daros los detalles de la petada, pero fue algo así que como que se desconfiguró, por arte de magia (negra), el Windows…

Claro, yo que no tengo ni idea, no me asusté mucho cuando descubrimos lo que ocurría (bendita ignorancia), pero Pablo, que tiene mucha más idea que yo, sí que se asustó… Y tuvo razones, porque se nos montó una tal que mi trabajo estuvo a punto de irse al carajo...

Lo bueno es que Pablo tenía el portátil que le habían cedido en la ASU (era un ladrillo de cuidao, iba a uno por hora… ¡El ventilador hacía más ruido que un motor de coche!), y pudo conectarse a Internet para empezar a investigar qué es lo que había ocurrido… Lo malo fue que justo ese día, la conexión del hotel, que era bastante penosilla, estaba peor que nunca, así que, después de que Pablo consiguiera recuperar mis archivos del disco duro del Piripitoto (no fue nada fácil, porque el ordenador ni siquiera arrancaba), nos encaminamos al campus, al laboratorio, para que Pablo pudiera mirar lo que necesitaba en Internet…

Casi a las cuatro de la tarde, Pablo averiguó cómo podía resolver el problema… La verdad es que la cosa pintaba negra, porque recuerdo que en foros de Internet, la gente que contaba que había tenido el mismo problema, se les había reproducido y al final habían tenido casi tirar el ordenador y comprarse otro… Pero bueno, hasta el momento (nueve meses después), puedo asegurar que nuestro Piripitoto goza de buena salud, y mira que está el hombre usado, y que ya ha sufrido un transplante de pantalla, el cable lo tiene un poco pelao, y el teclado lo tengo completamente machacado (la letra que más uso es la A, porque está completamente borrada), pero aún sigue entre nosotros, tan útil como siempre.

Una vez que Pablo tuvo claro lo que debía hacer con el ordenador, decidimos ir a comer, porque ya eran casi las cinco y no habíamos comido nada… Así descubrimos otro de nuestros consuelos mayores en aquel entorno hostil, quizás la cosa que más echemos de menos desde aquí, a tantos kilómetros de distancia... Descubrimos la pizza del Lorenzo's.

(Fotos: Ha insistido en contároslo él personalmente...)

domingo, 20 de mayo de 2007

Terror en el pasillo: ¡¡¡Fiesta salvaje!!!


La vida transcurría con monotonía en la calurosísima Arizona… Gradual e imperceptiblemente, comenzaba a hacer un poquitín menos de calor (¿qué sé yo? Pasaríamos de estar a 48 grados en lugar de a 50) y el campus de la ASU se iba llenando, poco a poco, de gente.

Pronto llegó el fin de semana anterior al comienzo del curso académico en la universidad, el 21 de agosto. Y por fin llegamos al que fue, yo creo, el momento en el que pasamos más miedo en EEUU (por lo menos, yo pasé mucho miedo… No sé qué dirá Pablo)… Curiosamente, no fue en la calle, sino dentro de nuestro hotel, en un pasillo del que nos separaba únicamente una endeble puerta.

Recuerdo que esa semana yo tenía bastante trabajo, porque debía sacar adelante un encargo para la agencia americana de la que ya os he hablado. La entrega era el martes siguiente, pero aún tenía cantidades ingentes de palabras por delante, así que el jueves estuve traduciendo y me acosté en torno a la una, porque pensaba levantarme temprano para irme con Pablo al campus y aposentarme en la biblioteca de derecho a la mañana siguiente y pasarme todo el día allí…

Sin embargo, aproximadamente a eso de las dos y pico, algo perturbó mi sueño… Se oían gritos, que en un principio me parecieron lejanos, pero luego, a medida que iba saliendo del sueño, se hicieron más cercanos… Salí de la habitación, y me encontré con que Pablo también se había despertado...¡¡¡Imposible no hacerlo!!! Los gritos del pasillo eran difíciles de ignorar...

Todas las puertas de las habitaciones tenían mirilla, así que nos asomamos, y nos encontramos con un grupo bastante nutrido de tipos de esos cabeza-cacahuete (sí, ya sabéis todos a los que me refiero, de esa peña con unos musculacos en los brazos que les impiden juntarlos al cuerpo y luego una cabeza en la que apenas tienen sitio para que se les separen los dos ojos una distancia admisible para no confundirlos con gorilas... De esos que en las pelis americanas siempre son los capitanes del equipo de fútbol o los que reciben una beca de deportes porque no saben hacer la O con un canuto); pues eso, la verdad es que con muy poco esfuerzo hubiéramos podido imaginárnoslos como una manada de gorilas…

Para más señas, gorilas borrachos, porque llevaban una tajada importante (de hecho, las únicas palabras comprensibles que se oían entre ruidos guturales eran fuck-fuck-fuck-fucking-fuck). Los primates estos parecían surgir de la habitación de la puerta opuesta a la nuestra, y entre ellos estaban el tío de la gorra roja, de la orgía del jueves anterior (por lo visto, era el jueves el día que tenían para “pasárselo bien”) y una tía a la que no vimos muy bien, pero por lo que parecía, era hermana de uno de los gorilas, y también llevaba una tajada buena.

El estallido de insultos, amenazas y ruido -fuck-fucking- vino cuando al grupo que ya os he descrito, se le añadió otro grupo de hispanos (que fácilmente podrían haber salido del Grand Theft Auto San Andreas, o de los Sharks... Y uno se cree que esa gente sólo sale en las películas…), que también iban bien “tajaos”, y parecían tener ganas de trifulca, porque, por lo que pudimos entender, habían herido a uno de los otros (no me preguntéis cómo… No sé si es que se habían pegado, o si había habido armas blancas de por medio...) y habían intentado hacerle algo a la única chica (Ya su hermano balbuceaba a gritos “Don’t touch my sister, you, fuck-fucking...”).

Ahora que os lo cuento, no parece todo tan horrible (de hecho parece una película...), pero chicos, ¡os puedo asegurar que daban miedo! Al fin y al cabo, no estábamos precisamente en un arrabal, sino en un hotelito de lo más normalito, y además, daba por pensar que estábamos solos en aquel pasillo con aquéllos bestias... Aunque supongo que más bien, lo que ocurría era que si había alguien más, estaban, como nosotros, detrás de sus respectivas puertas, sin atreverse a moverse...

Estuvieron así casi hasta las 4 y pico de la mañana (qué interminable se hizo!), tiempo durante el cual, nos planteamos llamar a la policía (a quién tendríamos que haber llamado era a la recepción del hotel, en la que, por lo visto, había siempre alguien de guardia, pero eso no lo sabíamos, y pensábamos que estaba vacía…), pero decidimos dejarlo para otra vez, por si aquella jarana se repetía más veces (la verdad es que mi miedo era que, a partir de entonces, todos los jueves montaran una parecida)... Además de que lo que menos nos apetecía era abrir la puerta y que los animales aquellos nos vieran el careto…

Por suerte, no volvió a repetirse, también porque a la mañana siguiente, yo le dejé caer a la recepcionista (la simpática Patty, que parecía salida del mundo de Tarta de fresa) que habíamos dormido fatal por culpa de nuestros vecinos… Posteriormente, leímos en un periódico de la universidad que aquello de las fiestas salvajes era habitualísimo... Tan habitual que habían aumentado los efectivos de la policía de Tempe, que durante los fines de semana se dedicaban casi exclusivamente a atender llamadas de vecinos cabreados porque los de la casa de al lado habían montado una fiesta universitaria y estaban quemando su jardín, destrozando su casa, pegándose de tiros, violando a las tías que hubiera en la fiesta, todo ello regado con toneladas de Budweiser… También se decía en el artículo que, de hecho, una fiesta no se consideraba una fiesta en condiciones hasta que no fuera la poli a prohibirla, o sea, que cualquiera de las cosas que os he enumerado valía para llamar la atención... ¿De dónde creéis que viene la expresión “animal party”? (resulta que era literal).

(Foto: Para que os hagáis una idea del escenario de la historia que os relato... ¡Da cague! ¿eh?)

miércoles, 16 de mayo de 2007

The Ross-Blakley Law Library


Es importante que os hable de este lugar, porque fue otro de esos lugares en los que pasamos muchas, muchas horas en Arizona, ¡sobre todo yo!

En un momento dado, mi trabajo me hizo echar de menos uno de los diccionarios que más uso y del que abuso (no me avergüenzo de decirlo), que es el maravilloso Diccionario de términos jurídicos inglés-español de Enrique Alcaraz Varó y Brian Hughes (aquí al ladito lo tengo), comúnmente conocido por todos como “el Alcaraz”… Desgraciadamente, no pude llevármelo a Arizona, y no tiene versión electrónica conocida, así que no me quedó más remedio que buscar el asilo de la facultad de derecho de la ASU (tuve suerte de que estuviera en el campus de Tempe y no en algún otro campus lejano al otro lado de Phoenix porque, de ser así, habría estado perdida...), más en concreto, su biblioteca, donde encontré un sustituto razonablemente útil del Alcaraz, pero que, lógicamente, era solamente para consulta… Así que, como no lo podía sacar, me decidí a aprovechar la maravillosa red Wifi de la ASU (que era claramente mejor que la red de nuestro hotel), y me aposenté allí, haciéndome un huequito en la biblioteca, en la que pasé muchas de mis horas de trabajo.

Era un sitio muy tranquilo y silencioso, y gracias a la “liberalización” de horarios (o locura, según se mire) de los lugares públicos americanos, algún que otro día pudimos quedarnos allí casi hasta las 12 de la noche. El único problema que tenía el edificio era que su aire acondicionado enfriaba furiosamente, por lo que al cabo de 10 minutos en el interior, y después de que se le pasara a uno el sofoco del exterior, era como meterse en una nevera… En más de una ocasión tuve que llevarme calcetines, jersey y un pañuelo para el cuello, porque después de muchas horas traduciendo, me sentía griposa (¡sentía terror si pensaba en tener que ir a urgencias!).

Supongo que echaréis de menos que os hable de lugares más turísticos… En fin, en lo que respecta a Arizona, la verdad es que no hicimos turismo, así que no puedo complaceros… Nuestros lugares más frecuentados eran edificios de la ASU (bibliotecas y salas de comidas, principalmente), los supermercados y, en menor medida, los cines... Os prometo que tendréis una buena dosis de turismo cuando llegue a la historia de Las Vegas, a la que prometo sacarle jugo.

(Fotos: 1) y 2) Fotos del edificio cortesía de www.asu.edu, 3) Portada del Alcaraz y 4) Cosecha propia del aparcamiento de bicicletas y la terracita de la biblio -cuando a la gente se le congelaba la nariz estando dentro de la biblio, se salían un ratejo a la calle,a recuperar la temperatura-).

lunes, 14 de mayo de 2007

Comidas caseras


Otros días, cuando estábamos cansados (que era frecuentemente, porque no veáis lo cansado que era lidiar con el clima y los paseos kilométricos en bicicleta), y no teníamos nada que hacer en el campus, yo me quedaba en casa y él volvía a la hora de comer y… ¡También comíamos de lujo! (Chico, vaya por delante que mis abuelas gozan de buena salud, pero ¡tenemos bastante buena mano para la comida!): como la carne del supermercado era buena y barata, solíamos hacer carnes y Pablo cocinaba sus potajes (gracias a las legumbres de nuestro super ecológico... ¡Incluso a veces comíamos pescado! (la situación no era tan desesperada como en Alemania, en la que pasé verdaderos "monos" de pescado debido a que el pescado no parece existir en Alemania)… Salmón, principalmente, pero también comimos tiburón (que me resultaba muy exótico, aunque sí que sea muy común la sopa,yo no lo había probado...), y otras cosas que ni siquiera sé lo que eran... Está claro que no había tanta variedad como de carne, pero por lo menos había...

(Fotos: Como muestra, dos botones: 1) una carne en salsa que Pablo preparó -fue una de las primeras cosas que preparó, y casi lloramos de emoción mientras nos la comíamos, porque estaba realmente buenísima, y no tenía nada que ver con la comida enlatada que habíamos engullido hasta entonces- Otro día, yo preparé otra carne con salsa de cerveza que también me quedó muy buena, ¿verdad? Lástima que las fotos no huelan, porque el estofado de Pablo olía que alimentaba... 2) Una tortilla de espárragos trigueros con gambas... Esta foto la hice para colgarla en una página web en la que pedían una foto, pero perdí el enlace, así que la cuelgo aquí, que pa eso la hice yo!).

domingo, 13 de mayo de 2007

Comidas rutinarias en la ASU

Como ya os he contado, desde que empezamos a vivir en el Homestead y Pablo se recuperó de su otitis elefantina, retomamos la rutina universitaria, y yo me iba a comer con él al campus casi todos los días, con la diferencia de que casi siempre comíamos nuestra propia comida (no es por ofender, pero no íbamos a estar comiendo todos los días las cuatro cosas que allí tenían. Demasiado monótono). Últimamente he descubierto las nuevas características de Google Maps y estoy emocionada… Estoy creando un mapa que ya os pondré para que vosotros también podáis "visitar" nuestro Tempe del verano pasado.

Volviendo a lo que os estaba diciendo, yo me encargaba de transportar la comida en la cesta de mi bici, y cuando llegaba, calentábamos nuestros tapper en el microondas de la sala de comidas y nos quedábamos allí, o bien, los calentábamos en el micro del edificio del Memorial Union, donde estaba comiendo casi todo el mundo (de hecho, en aquel edificio, la gente se ponía a comer a partir de las 10 de la mañana, hasta las 3, más o menos… Era terrible entrar a las diez, porque se te metían por los orificios nasales el olor a pizza), Pero bueno, la mayoría de las veces solíamos bajar, porque así no estorbábamos si alguien del edificio venía a comer a la sala de comidas, que era bastante pequeña (Además de que la salita tenía paredes de cristal, que precisamente estaban justo enfrente de una sala de reuniones, por lo que no era muy agradable que la peña medio-dormida nos mirara desde la reunión, mientras nosotros zampábamos).

Comer, la verdad es que no comíamos nada mal: aparte de los “falafeles” que ya os he comentado, nos llevábamos tappers de pasta, de nuggets de pollo (¡estaban ricos! Venían en unas bolsas de congelados grandísimas), verdura hervida, etc. Tirábamos mucho de congelados, porque teníamos un congelador gigantesco y había algunas cosas congeladas que estaban estupendas, como por ejemplo, unas judías verdes planas que estaban buenísimas...

(Fotos: Todas de cosecha propia: 1) y 2) La sala de comidas del edificio del laboratorio y 3) Vista a lo largo del comedor principal del Memorial Union -al tío ese lo pillé totalmente de infraganti...-).

miércoles, 9 de mayo de 2007

Falafel


Supongo que os acordaréis de que os dije que visitábamos con frecuencia nuestro querido supermercado ecológico, el cual era una fuente inagotable de comida curiosa.

Una de mis preferidas, no exótica, aunque sí un poco en EEUU, sino simplemente difícil de preparar sin ayuda era el Falafel. Como seguramente sabréis, es una especie de croqueta hecha con pasta de garbanzos, y que normalmente se suele comer como el kebab. En el supermercado, existía toda una sección de comida parcialmente preparada de platos de diferentes partes del mundo, entre las cuales se contaba la paella (con el exótico nombre de "saffroned jasmine rice", o arroz jazmín con azafrán), el humus o el falafel.

El primero nunca lo probé (yo soy una purista de la paella, ¡¡no admito ese tipo de cosas!!), el segundo lo intenté, y estaba bastante malo (quizás lo preparé mal), pero último era muy fácil de preparar con la ayuda de aquel paquete, y estaba riquísimo: simplemente había que mezclar bien el contenido del paquete con agua, dejarlo en la nevera para que la pasta endureciera y, posteriormente, había que hacer las bolitas del falafel, y freírlas.

Normalmente, solía preparar también una salsa de yogur con menta, ajo y cebolla y una ensalada de tomate y lechuga ¡estaba buenísimo!

También es verdad que Pablo y yo guardamos muy buenos recuerdos del falafel. La primera vez que lo probamos fue en Barcelona (la verdad es que no conozco un buen sitio aquí en Madrid... Tenemos uno favorito de Kebab, un iraní que está cerca de la Plaza Mayor, pero ninguno en el que pongan un falafel tan bueno como el de Barcelona, ¡o el de Bremen!), y fue uno de esos grandes descubrimientos que se hacen en los viajes: mientras buscábamos otro hotel en el que quedarnos la noche siguiente (fuimos saltando de hotel en hotel porque estábamos en la ciudad condal en un momento bastante inoportuno: todos los hoteles llenos de bote en bote y una lluvia pertinaz que caía sin tregua y era sólo comparable a los tormentones de Arizona), cerca de la Rambla, encontramos un un sitio genial en el que los encargados sólo te daban el pan de pita con las “croquetas” de falafel, y luego tú te ponías en el pan de pita lo que te apetecía (lechuga, tomate, cebolla, pepinillos en vinagre…). Dos de los cinco días que estuvimos aquella vez en Barcelona, cenamos falafel.

De nuevo, el falafel era uno de nuestros consuelos en la árida Arizona (la hostilidad de Arizona árida no tiene ni comparación con la Barcelona chopada del concierto de Roger Waters… Aunque allí fueron sólo 5 días, hubo momentos en los que lo pasamos mal).

(Fotos: 1) Fotos de cosecha propia del paquete del falafel semipreparado, 2) Una foto de bolitas de falafel que he encontrado por internet, 3) El local del que os hablaba cerca de la Rambla en Barcelona, de su página web).

lunes, 7 de mayo de 2007

Domingo de trabajo y orgía en la piscina

Bueno, bien es verdad que teníamos otras ocupaciones en la calurosa Arizona de mediados de agosto. De las de Pablo no hablo mucho, porque él sería el indicado si quiere contaros algo sobre lo que hacía en su trabajo. Yo, es cierto que no trabajé mucho durante agosto (tampoco es que quedaran mucho tiempo: en cuanto salíamos de casa para hacer cualquier cosa se nos iba todo el día...), pero sobre todo, mi principal cliente fue (y sigue siéndolo este año) una agencia de traducción americana, que no nos quedaba precisamente lejos, porque son de Texas. Había hecho su prueba de traducción a principios de junio (para los que no lo sepáis, digamos que este es el método más común de contratación de muchas agencias de traducción, es como el “casting” de los traductores...), y también había mantenido una agradable conversación con una de sus responsables en junio, cuando aún vivíamos en el piso de la calle Castrogeriz, antes de viajar a Inglaterra y, por supuesto, antes de volar a EEUU, y antes del comienzo de este blog. Por unas razones u otras, no había podido encargarme de los primeros proyectos que me propusieron, pero a mediados de agosto, recuerdo que me enviaron un curso de iniciación de SAP, para que lo tradujera (del inglés al español). De los múltiples problemas técnicos que tuvimos a lo largo de todo el verano, recuerdo que con aquel proyecto simplemente me pasó que perdí todo un día de trabajo porque borré el archivo del día sin darme cuenta, así que me parece que aquel día estaba traduciendo a toda velocidad, para tratar de recuperar lo perdido...

Como muchos de vosotros sabéis, este trabajo nuestro no conoce de horarios, y el mío se alarga con mucha frecuencia hasta altas horas de la madrugada, si es que tengo que terminar algo con urgencia (que suele ser casi siempre). En aquella ocasión, no fue diferente. Pablo se fue a dormir (a él sí le tocaba madrugar un poquillo si quería aprovechar el día para ir al laboratorio al día siguiente), y yo terminé mi tarea aproximadamente a las dos y media de la mañana.

Claro, claro, todos os estáis preguntando cuándo contaré a qué viene la segunda parte del título de este post... En fin, antes de nada, me disculpo (ya le he pedido perdón a Pablo ¡y a César cuando se lo conté!) de no tener testimonio visual de lo que os voy a contar, pero la verdad, en aquel momento, ¡ni se me ocurrió! (será porque a esas alturas de la película todavía no estábamos taaaaaan aburridos como para decidir grabar a los vecinos, como con lo del tío gordo desnudo, aunque más bien creo que fue porque hubiera sido terriblemente cantoso hacer una foto con flash… ¡Aunque seguramente hubiera estado divertido pegarles ese buen susto!). En fin. Lo primero que tenéis que saber es que Tempe, y el campus de la ASU, se habían ido poblando gradualmente de los estudiantes de la ASU, que la semana siguiente comenzaban su semestre de otoño (sí, a mediados de agosto. No me preguntéis por qué. No llegué a entender muchas de las cosas que ocurrían en la vida universitaria americana…). Del mismo modo, nuestro Homestead también había empezado a poblarse y, como descubriríamos poco después, nuestros vecinos de pasillo no eran, precisamente, un dechado de educación y “humanidad”.

En fin, eso no explica nada, pero lo que está claro es que la intimidad y, por extensión, el puritanismo de los yanquis es, como todo, relativo…

Justo cuando iba a acostarme, cuando ya había apagado al Piripitoto (nuestro portátil) y estaba apagando las luces, de repente empecé a oír un ruido muy raro en la piscina… Y me asomé para ver qué era... La escena, era, cuando menos, curiosa: un tipo ataviado con una gorra y el bañador estaba, completamente borracho, acompañado de dos tías, montándoselo en la piscina…

Sí, ahora, muchos de vosotros diréis “¿¿¿¿Cómo???? ¿¿¿¿No se te ocurrió despertar a Pablo para que lo viera????” Pues no. Y mira que me lo ha echado en cara. Jopé, tampoco es que fuera nada del otro mundo, a ver. Lo de "orgía" hasta casi puede consisderarse una exageración retórica por mi parte. En realidad, el tío y una de las dos tías estaban dentro de la piscina, y apenas se les veía, porque había una palmera de por medio, ¡¡¡pero estaban montando mucho escándalo!!! Mientras, la otra tipa estaba al borde de la piscina, y estoy casi segura que no habría podido andar en línea recta, de haberlo intentado… Gritaban, jadeaban, y se reían como locos… Pero Pablo estaba tan dormido que, sinceramente, me dio pena despertarle, aunque si se me hubiera ocurrido grabarlo, perfectamente habría podido colgarlo en internet, como vídeo casero (seguro que a algún otro vecino del hotel se le ocurrió y seguro que lo colgó, porque prácticamente todas las ventanas del hotel daban a la piscina… ¡Y el escándalo era difícil de ignorar!).

Es verdad, Pablo tiene razón, no me he explayado lo suficiente en la descripción de aquel evento "lúdico-festivo": Es cierto que el tío, de vez en cuando dejaba a la pava de dentro de la piscina (medio ahogándose, porque también estaba borracha) y se iba a por la otra... Supongo que estando tan cocidos, no sabían dónde acababa su propia nariz y empezaba el culo de los otros, como los monos del zoo, así que los tres estaban en plan "borracho magreándose con todo lo que se menea". Aún así, la segunda tía, la del borde de la piscina, a pesar de que sí se dio algún magreo con el tío, parecía resistirse, porque al principio ella también estaba dentro de la piscina, y luego se salió al borde para evitar que el otro se le echara encima, así que el otro se concentró en la que se estaba ahogando. (Tampoco he contado que habían decorado prácticamente todo el borde de la piscina con vasos y botellas). Y allí seguían, dale que te dale.

Pero ya veis, más que otra cosa, era curioso ver cómo la gente puede llegar a tener tan poco pudor... ¡A mí, que me daba cosa estar en la piscina al mediodía, porque me sentía observada desde todas las ventanas!

La verdad, le di poca importancia al accidente, no más allá de la mera anécdota, pero el tipo que protagonizó la orgía posteriormente nos daría, junto con sus amiguitos, dolores de cabeza mucho más serios.

(En fin, como no tengo ni testimonios visuales de mi trabajo, ni de la orgíilla que os relato, os pongo unas fotos que seguramente encontraréis la mar de aburridas: el logotipo de SAP y un par de fotos de la piscina, desde nuestra ventana -¡en la segunda se ve bastante bien cual era la palmera que tapaba!-).