sábado, 28 de julio de 2007

Final del Black Mirror


Por fin había llegado septiembre, y con él nuestros ánimos mejoraron, porque ya sí podíamos hacer la cuenta atrás de nuestra vuelta a España, sin deprimirnos profundamente. Por suerte, septiembre fue un mes comparativamente más entretenido que los demás que pasamos en Arizona. Un gran factor que ayudó a convertir Arizona en un lugar ligeramente más habitable fue, sin duda, que el clima comenzaba a aligerar... Es decir, cada vez menos se alcanzaban temperaturas de 50 grados, lo cual, para nuestro periplo diario en bicicleta, era una gran ventaja.

Como ya sabéis, porque ya os lo conté en este otro post, el Black Mirror fue la aventura gráfica que nos acompañó durante todo agosto… Aún me sorprende pensar que nos durara tanto, hasta el 3 de septiembre, porque hubo noches enteras de fin de semana que nos las pasamos dándole al tarro, para ir resolviendo la historia. Como ya os lo comenté en el otro post, el final del Black Mirror es totalmente decepcionante y previsible… Lástima, porque en algunos momentos, la historia (que no los personajes, que son bastante planos) prometía de verdad… Por cierto, si no os da la gana jugarlo y sabéis alemán, unos tipos se han currado un comic, por si acaso os interesa leer la trama sin jugar a la aventura.

Como decía, el domingo 3 de septiembre por fin lo acabamos (también acabamos con una de aquellas deliciosísimas tartas de chocolate… Qué vicio era aquello, de verdad) Por supuesto, durante septiembre y octubre, jugamos a otras cosas, pero el Black Mirror nos quedará en la memoria como nuestro fiel acompañante (algunos sustos nos dio, todo hay que decirlo…) de penurias agosteras en la infernal Arizona…

(Fotos: 1) Caja americana del Black Mirror -las cajas de las aventuras gráficas en EEUU eran más chulas: parecían de pelis, 2) Una imagen del Black Mirror en el vestíbulo de la mansión y 3) Ya sé que os puse una foto prácticamente igual, pero no me canso de mostraros esta deliciosa tarta -que era exactamente igual que en la foto, sin exageraciones-).

ACTUALIZACIÓN: Como veo que muchos de vosotros entráis buscando información útil sobre el juego, a continuación añado un par de enlaces interesantes:

¡¡¡¡Espero que esta información os sea de utilidad!!!!

martes, 24 de julio de 2007

Sobre la rutina y los soldados americanos

HaydenLibrary

Volviendo a Arizona (a veces se me olvida que estaba hablando de ella), como ya os dije, estábamos imbuidos en nuestra calurosa rutina: íbamos al super, comíamos en en Memorial Union (bien de tarrina, o con lo que pillábamos allí: nuestro puesto favorito era el griego…) nos dedicábamos a mimar nuestros respectivos blogs (ya sé, ya sé que podría haberme dado más brío escribiendo entonces), pero también tenía algunos días de trabajo continuo, que no me permitían ocuparme del blog y en los que procuraba resguardarme en alguno de los edificios del campus en lugar de quedarme en el hotel, porque la conexión a Internet era totalmente desastrosa. Como ya os he contado, cuando había trabajillos "jurídicos" que hacer, me quedaba en la Ross-Blackley Library y cuando no, me iba a la Noble Science and Engineering Library, desde la cual, llamé un par de veces a mi querida Monica (cuya triste historia –que algunos de vosotros ya conocéis-, como ya os dije, no puedo contarla aquí) por el Skype, lo cual me llenaba de nostalgia por Inglaterra...

Otros días, sobre todo después de comer, me iba a la Hayden Library (donde pasamos nuestros primeros días en la ASU). Justo a la entrada, había una cafetería que tenía un café bastante bueno (celestial

en comparación con el brebaje del infame Starbucks). Lo malo de la Hayden es que solía estar demasiado llena, y había pocas mesas junto a enchufes en los que se pudiera conectar el ordenador. Un día que estaba allí, currando en una mesa en la esquina del hall, apareció un soldado del ejército americano, tratando de que todo el mundo se fijara en él. No me hace falta describíroslo, primero porque ya los veis todos los días en la tele (sólo os diré que este tenía pinta de hispano –vamos, mismo rollo que el indio de la peli de Clint Eastwood-… Resulta inexplicable porqué estos son los que al final tienen más patrioterismo que sus colegas “blanquitos”…), y segundo, porque son exactamente iguales que los Gi Joes o los Madelmanes con los que jugaba mi hermano cuando yo era pequeña (mi hermano era de la época de los primeros… Los segundos ya se habían extinguido: yo los conozco porque mi tío tenía unos cuantos)…

La verdad es que lo más llamativo de estos tipejos es la reacción que producían en la gente. Ya os contaré otra anécdota que presenciamos en el aeropuerto de Las Vegas... En este caso, nadie le hizo demasiado caso (cosa que no debía de ser normal, porque el tío en seguida se hizo de notar). Vino hasta mi mesa, con el portátil bajo el brazo, y me dijo que le dejara enchufarlo. Yo le dije tranquilamente que lo enchufara (había dos enchufes, uno encima del otro, yo lo había enchufado en el de arriba, y con mi adaptador, no se debía de ver bien el segundo enchufe)… El tipo se puso entonces super-incómodo, y me insistió, en un tono bastante impositivo, que quería enchufar su portátil (no me lo “ordenaba”, pero su tono implicaba “oye, yo sirvo a la patria, pírate de aquí, puta civil, que yo tengo preferencia)… ¡Y dale! Al final me tuve que levantar, desenchufar el Piripitoto del enchufe de arriba y ponerlo en el de abajo, para que el Gi Joe viera que había dos, que no hacía falta que le cediera el puesto (aunque me queda la duda de qué hubiera hecho si sólo hubiera habido un enchufe…).

El rollo del enchufe era sólo por dar la plasta, porque luego simplemente lo enchufó y se piró a por un libro. Me pidió (¿o me lo ordenó?) que le vigilara el ordenador y volvió al cabo de un momento con un tocho que se titulaba algo así como "Understanding the Islam and the mind of muslims" (Entender el Islam y la mentalidad de los musulmanes)... No comments. Lo abrió, y se puso a leer concentradamente (¡resulta que algunos sí saben leer! Este debía de ser del servicio de inteligencia...). Luego ya, no dio más la vara, pero me resultó llamativa la actitud que tienen estos militarcillos… Supongo que como allí se les considera poco menos que salvadores de la patria y estandartes de la democracia americana, se esperan que tol mundo les bese el culo, o algo por el estilo…

(Fotos: 1) Panorámica de cosecha propia de la entrada de la Hayden Library, 2) Interior de la Noble Science, 3), 4) y 5) GI Joes... El tipo con el que me topé se parecía mucho al segundo :-))).

lunes, 23 de julio de 2007

Happy birthday!!!!



Pues ya no me acordaba, pero resulta que ¡¡¡hoy hace un año que arrancó este blog!!! Todavía me acuerdo de la desesperación que teníamos encima cuando por fin me decidí a empezarlo, desterrados en la lejana Arizona, que tanto me ha dado de qué hablar...

Bueno, y todavía me quedan unas cuantas cosas en el tintero... ¿Seguiréis aquí para leerlo?

sábado, 21 de julio de 2007

El Jueves, ese compañero de viaje inestimable

MontondeJueves


Ya que pocas veces mi blog trata temas de actualidad, voy a hablar de algo que está ahora mismo en el ojo del huracán (aunque sea totalmente incomprensible…), porque me afecta de manera directa.

El Jueves, esa gran revista de humor, ha sido mi compañero de viaje durante muchos años ya. Y no me refiero solamente a los viajes en avión a miles de kilómetros de distancia. Durante muchas épocas en las que he tenido que coger doscientos tipos de transportes públicos al día, El Jueves ha sido mi "gasolina".

En especial, después de haber pasado cuatro años de mi vida en un ambiente, digamos que bastante opresivo (por cierto ¡¡¡Gracias Jara, por dejarme gorroneártelo cuando no me lo compraba yo!!!), os aseguro que tener un aliado como El Jueves sirve para recibir una bocada de aire fresco...

Y como todos, yo tengo algunas manías y rituales cuando viajo: dependiendo de la duración del viaje, procuro acumular cuantos más Jueves mejor, para luego tener lectura animada que me recuerde a casa. Porque para mí, leer El Jueves es como llevarme un trocito de España en el bolsillo; exactamente igual que si me llevara un bote de fabada asturiana, o paella de mi madre congelada... Una España de la que no me avergüenzo, como sí que me ocurre con muchas otras cosas (y personas). Puede que ha veces pequen de zafios, o que haya algunos dibujantes que no me gusten nada, pero cuando llevo mucho tiempo en el extranjero, siempre lo echo e menos.

Hay una sección de El Jueves, “En familia”, en la que la gente que viaja por todos los recovecos del mundo se hace fotos con la revista y luego ellos las publican... Yo nunca me he hecho ninguna, porque al final a la hora de la verdad, siempre me da vergüenza sacarlo y hacerme la fotito de rigor (ya sabéis que yo soy más de hacer fotos que de salir en ellas), pero vamos, me ha acompañado a Basilea, a Tempe, al Cañón de Colorado, a Estrasburgo, a Bremen, a Inglaterra varias veces... Y a muchos otros sitios que no recuerdo ahora...

Y sí, supongo que ya os lo imaginaréis: yo soy de esas lectoras de El Jueves “de cabo a rabo”. Igual que Pablo prefiere el método del “escaneo” (primero lo mira por encima, y luego ya se va parando en las tiras que le gustan), yo empiezo por la portada y acabo en “La guinda final” ¡Y no me dejo nada! (bueno sí, me salto los anuncios de tonterías pa los móviles).

Conclusión: después de la trifulca que se ha montado con lo de la portada del último número (muchos que están poniendo el grito en el cielo, debería haberse leído algunas otras tiras que sí que eran bestias, y no lo de esta portada), yo me he dado cuenta de que

¡¡¡¡¡NO PUEDO VIVIR SIN EL JUEVES!!!!!

MontondeJueves3

(Y sí, en mi foto, podéis comprobar que yo sí he conseguido el número secuestrado ¡¡¡¡y me alegro un montón!!!! Pero para los que sientan curiosidad, o se piensen otra cosa, aparte de la portada, no hay ni una otra referencia a la familia real... Cosa que no ocurre, por ejemplo, en TOCANDO LOS BORBONES, un tocho de libro de pastas duras que recopila los mejores chistes sobre la familia real, y que, insisto, algunos son mucho más brutos que el de la discordia).

Posdata: ¡Qué guay! Somos el hazmerreir del resto del mundo: en Australia, en Inglaterra, en Alemania, en Francia, en Portugal...

domingo, 15 de julio de 2007

Segunda petada del Piripitoto

Poco a poco, agosto llegaba a su fin, y nosotros andábamos bastante “desesperaos”, casi contando los días para volver a España ¡y eso que todavía nos quedaba más de un mes de aventura americana! Por suerte, septiembre fue el mes más interesante, en el que hicimos más cosas, y en el que, de alguna manera, después de tanto tiempo allí, el cuerpo se nos “hizo” a vivir en Tempe (aunque la costumbre no hace al gusto, que quede claro).

Los días transcurrían muy lentamente entre calores de infierno, comidas en el Memorial Union, expediciones al supermercado para hacer la compra y sueño, muchísimo sueño. En uno de esos días en los que Pablo (que por cierto, ya está hecho todo un doctor… Me anima pensar que aquellos días arizónicos sirvieron para darle un empujoncito a su tesis, de alguna manera) se declaró en huelga de paseo a la ASU y se quedó en el hotel conmigo, intentó instalarle al Piripitoto el Linux (aún no era el Ubuntu, ¿verdad? Era otro…), y de hecho, lo consiguió, pero se le desconfiguró el arranque del Windows, y no era capaz de “rescatarlo”, así que, ya de buena mañana (antes de que yo me hubiera despertado) frunció el ceño, puso cara de concentración-odio, y se pasó todo el santo día con la mirada fija en el Piripitoto, que estaba rebelde.

Por suerte para mí, no tenía que entregar ninguna traducción (si hubiera sido así, me habría dado un patatús), así que me fui de paseo (a veces, me venía bien desconectar de todo, cogerme la bici e irme de paseo –normalmente al downtown-) y es lo que hice: me fui, creo, a la librería Borders que había en la esquina al comienzo del downtown.

La verdad es que me decepcionaron muchísimo las ediciones de los libros en las librerías americanas. Supongo que todo es cuestión de mentalidad, y los americanos gustan de portadas coloridas y novelas con anotaciones al pie de página totalmente superfluas… Ah y todo ello, carisisisisimo. Yo me decepcioné, porque una de las pasiones a las que nos abandonábamos Alba y yo, desde la primera vez que fui con ella a Inglaterra, era pasarnos largas horas de las tardes explorando las librerías de Norwich, y en ellas, encontrábamos ediciones preciosas (véanse algunas colecciones de Penguin), y no siempre a precios exorbitados. En fin, otra cosa más para añadir al lote, pensaréis, de ventajas-británicas/inconvenientes-yanquis (ya sabemos todos que esto es una cuestión de gustos, y hacia donde se decantan los míos). Fue una pena, porque la verdad, me habría gustado comprar algunos hitos de la literatura clásica americana, y me encontré con que en esta librería normal no había nada que me satisficiera lo suficiente como para dejarme 50 o 60 dólares en novelas que podría comprarme aquí, o en Inglaterra, o por Amazon, por mucho menos.

Después de mi exploración de Borders (justo a principios de verano, cuando estuvimos en Inglaterra, visitamos un Borders nuevo que han abierto en Norwich y que tenía una pinta completamente diferente de la de esta librería provinciana e incompleta), me fui de vuelta a casa, porque llevaba días queriendo visitar un pequeño supermercado japonés que había visto hacía mucho tiempo en mis paseos University Drive arriba y abajo. El sitio era pequeñito, y mi carencia de cultura sobre lo japonés me impidió comprar más cosas, pero compré un bote de salsa de soja (la que he comprado aquí en el chino de la esquina me resulta asquerosa) y unas bolsitas con una especie de cereales que Miyako solía comprar cuando estábamos en Estrasburgo y que los niños japoneses se suelen comer, echándoselo al arroz por encima (tenían trocitos de alga, de maíz, etc…), y a mí me encantaban. Posteriormente, en alguna otra de mis visitas, compré un saco de dos kilazos y pico de arroz japonés, que nos ventilamos en un plis-plas y que tenía un sabor buenísimo (no llegué a lograr prepararlo con la textura necesaria como para hacer sushi, pero aún así, cocinándolo con un poquito de salsa de soja y un poquito de sake, salía riquísimo).

De vuelta al hotel, Pablo seguía con el ceño fruncido, mirando al ordenador, así que yo me di un agradable baño en la piscina. Por suerte, logró resolver lo del Linux después de cenar, por lo que la segunda petada del portátil se quedó en una reparación de un día.

(Fotos: 1) Terraza exterior del Memorial Union. Hacía demasiado calor como para sentarse allí a comer, aunque mucha gente lo hacía, 2) Edificio del Borders de Tempe, 3) Determinado tipo de portadas con determinadas novelas deberían, no sólo estar prohibidas, sino penadas... ¡Es que no tienen respeto por ná!, ¡ché!, 4) Exterior del super japonés desde el otro lado de University Drive. Aquí podéis ver otra foto que le hice al super un poco más de cerca, 5) El paquete enorme de arroz, la botellita de sake y la botellita de salsa de soja).

lunes, 9 de julio de 2007

Scoop!

Después de la experiencia del restaurante español, necesitamos prácticamente todo el fin de semana para recuperarnos de aquello, por lo que nos consagramos al vagueo más absoluto: El sábado nos levantamos tarde, y después de comer, estuvimos jugando al Black Mirror toda la tarde (sesión amenizada por nuestra deliciosa tarta de chocolate) y una gran parte de la noche.

El domingo también nos levantamos tarde, y también nos dedicamos al vagueo: estuve viendo la gala de los Emmys en la tele (por cierto, las galas de cine son mucho más entretenidas que lo de aquí… Supongo que en parte se debe a que el mundo del corazón allí es tan increíblemente extenso, que no necesitan revolver demasiado en la basura -obviando a Paris Hilton o a Anna Nicole Smith...- para hacer las cosas entretenidas).

Luego, mirando en internet, vimos que había una sesión de la peli de Woody Allen en el cine del Downtown, el Harkins Centerpoint 11 y como ya llevaba varias semanas en cartel, nos decidimos a ir, antes de que la quitaran.

Una de las primeras cosas que me sorprendió sobre lo de Woody Allen y que demuestra en gran medida la mentalidad y el nivel cultural del americano medio, es que cuando pasaban el anuncio por la tele de esta última peli (Scoop!, que traducido al español podría ser ¡Exclusiva!), no se cortaban al anunciarla como “Del director de Match Point”… No voy a hacer más comentarios, pero resulta bastante significativo, ¿no? Y no es porque aquí en Europa, Woody Allen tenga mucho más éxito (y sufra de mucho más acoso, como ahora, que está rodando en Barcelona), sino que la memoria colectiva en los USA se prolonga a un par de meses atrás... Más allá, todo lo ocurrido es "histórico" y entra dentro de la categoría de materia universitaria de cuarto curso... Es decir, Annie Hall o Hannah y sus hermanas pertenecen a la prehistoria del cine (me pregunto que dirán de Casablanca o Lo que el viento se llevó…).

Pues nada, allá que nos fuimos, a ver la peli de Woody Allen a la sesión de las siete y pico (nosotros, y nuestro amor al riesgo: luego volveríamos a casa en bici a las 10 de la noche…).

Como siempre, la acomodadora del cine nos hizo un comentario sobre la peli (parecían gustarle todas las pelis, y eso que confesó que no era una gran fan de Woody Allen –supongo que con eso se refería a que no había visto Match Point-), nos acomodamos con un buen cubo de palomitas –sin mantequilla ¡¡¡¡por favor!!!!-…

En fin, las palomitas estaban un poco de sobra, porque Hugh Jackman ¡ya estaba que alimentaba él solo! ¡Qué tío bueno! Yo no suelo babear en el cine, o por lo menos, hay muy pocos actores que consigan excitar mis glándulas salivares (creo que los puedo contar con una mano… El primer puesto, of course, lo ocupa Colin Firth, pero posiblemente, Hugh Jackman ocupa el segundo puesto…)… Bueno, vale, Pablo os dirá que el personaje creado por Woody Allen está un pelín exagerado -basado, segurísimo en mi adorado Mr. Darcy-, es posible que al final, sus intenciones sean demasiado evidentes, sobre todo cuando lo viste con vaqueros ceñidos marca-paquete ¡pero tampoco pasa nada! Tampoco es que necesite los pantalones: las escenas en las que sale a pecho descubierto son mejores aún! (También hay que decir que Scarlett Johansson también está bien… Pero ¡oye! ¡A ella también se le cae la baba!).

Seguro que recordaréis a Hugh Jackmann por su papel de Lobezno en X-Men... Tampoco es que a mí me gusten los tíos brutotes y animalotes, pero el Lobezno cinematográfico (sobre todo en las dos primeras entregas) supera al original del cómic, en mi opinión.

El Scoop! de Woody Allen nos dejó muy buen sabor de boca, muchos puristas os dirán que no es lo mejor ha hecho (¡siempre hay mejores!), pero a mí esta me ha gustado más que, por ejemplo, La maldición del escorpión de jade o Melinda y Melinda… (Ah, por cierto, aún no he visto Match Point, así que os agradecería que no me la destripárais). Pero bueno, todo es cuestión de gustos... También me dio en qué pensar esa visión que tanto nos venden los americanos (en este caso se perdona, porque es Woody Allen, que si no…) de la eterna disyuntiva entre el aparente “buen rollo” yanqui y la frialdad y flema británicas (¿habéis contado la cantidad de películas en las que un/una yanqui viaja a Inglaterra y allí se codea con aristócratas? ¿Se creerán que todos los británicos son parientes de Isabel II?)… Es curioso que tanto los yanquis como los británicos traten de diferenciarse en todo momento, cuando acaba por resultar que se parecen mucho más de lo que ellos se creen, y de que el “buen rollo” resulta que es mucho más parecido a la aparente rigidez de sus primos de ultramar, y que, a su vez, estos son mucho más flexibles de carácter de lo que ellos, y los yanquis, se creen.

Después del cine, como ya os he dicho, volvimos dando un agradable paseo nocturno (eran las 10 y noche cerrada) por University Drive, mientras charlábamos sobre la peli.

(Fotos: Hace tiempo que las recopilé, luego no me acuerdo de dónde las saqué: 1) Cartel de Scoop!, 2) Escena de Scoop! con Woody Allen, 3) Otra escena de la peli, 4) Hugh Jackmann, 5) Escena post-coito de Scoop!, 6) El Lobezno-Jackmann, 7) El Lobezno de la Marvel... Hay diferencia, ¿eh?).

domingo, 1 de julio de 2007

El restaurante español

No os vayáis a creer que lo único que hicimos durante tres meses fue darnos paseos en bicicleta por zonas peligrosas, achicharrarnos bajo el sol de Arizona y jugar al Black Mirror...

También vivimos unas cuantas experiencias (sociales las que menos, esta fue una de ellas) de lo más ilustrativas de la vida arizónico-estadounidense…

La compañera argentina de Pablo, Ana, llevaba un tiempo diciéndole de "sacarnos" de paseo, así que quedamos con su familia (su marido y su hija de cuatro años) y con ella para cenar fuera una noche. Con la buenísima excusa de que nosotros, si no era en bicicleta, no llegábamos a ninguna parte, nos vinieron a recoger a la misma puerta del hotel, en su cañonero king-size.

La verdad es que fue toda una experiencia montarse en aquel armatoste de coche… Por fuera, los cañoneros son incluso más pequeños que en su interior... Estar dentro es como viajar en una nave espacial... A nosotros, que nos sentábamos en la parte trasera, nos daban ganas de gritar “¡¡¡Hola, fondo norte!!!” a Ana y su marido, que iban en la parte delantera… También era curiosa la percepción del exterior: como aquello parecía una nave espacial, lo de fuera parecía Marte… Casi no lograba reconocer las calles que estábamos recorriendo a una velocidad totalmente inusual para nosotros (que estábamos acostumbrados a la velocidad de nuestras piernas pedaleando...).

De nuevo nos dirigimos a Scottsdale, como la vez que fuimos a cenar con Tony y su mujer. Queda claro que Scottsdale era el lugar de Phoenix que más restaurantes y pubs concentra. Dejamos el supercañonero enorme en uno de esos aparcamientos de varias plantas que quedaba a cinco minutos del restaurante que Ana y su marido habían elegido.

Pues sí. Era el Pepín Restaurant: un restaurante español. No tengo yo nada en contra de ciertos “reductos” españoles en el extranjero (por ejemplo, en Estrasburgo estuve en un bar español con mi amiga Béatrice ¡en el que la sangría estaba estupenda!), pero en general, me parecen lugares bastante artificiales, y lo que es peor, que muestran un mejunje cultural entre lo nuestro y lo sudamericano que acaba por dar pena (aunque supongo que tengo que reconocer que, hoy por hoy, es lo que a los guiris les llama la atención: un mariachi bailando sevillanas)…

La experiencia de aquella noche fue esclarecedora en cuanto a las posibles causas de porqué España aún no tiene nombre propio en el extranjero. Cuando llegamos al restaurante, había una chica (muy mona, preguntadle a Pablo, si no… Hasta tenía un aire a Aitana Sánchez Gijón) en la puerta, atendiendo a las reservas. Al oírnos hablar en español, nos preguntó de dónde éramos y cuando le dijimos que de Madrid, nos dirigió una lastimera mirada de disculpa, para decirnos que ella era de Barcelona... Hay gente que no se da cuenta de que esas supuestas rivalidades territoriales no tienen sentido a chopomil kilómetros de España (si es que tienen algún sentido aquí...). La chica hizo bien, de todas maneras, en avisarnos de que nuestro camarero también era catalán (para luego poder dar explicación antropológica a lo que después ocurrió…).

Mientras nos acompañaba a nuestra mesa, la chica nos advirtió de que el espectáculo flamenco que íbamos a presenciar era poco menos que lamentable… POR SUPUESTO, ¿¿¿qué os pensábais??? Claro que había espectáculo de Jelei, Jelei.

Prueba de que la comida que comprábamos en EEUU era de estupenda calidad (y que transportábamos a nuestro dulce hogar con el sudor de nuestras frentes, pedalea que te pedalea) fue que no nos morimos de ilusión por comer comida española (aceptando el hecho ineludible de que cualquier paella es peor que la que hace mi madre). Menos mal que la anticipación no era mucha, porque nos decepcionamos sin ayuda de ella.

Ana y su marido pidieron una especie de paella o algo por el estilo (yo no me arriesgaría a hacer algo así NUNCA) y la verdad, no la probamos, pero tenía un aspecto lamentable, triste y caldoso. Nosotros pedimos de entrantes, una tabla de entremeses (delicioso chorizo Revilla del que se compra en el Día y parece plástico con olor… Pondrán la excusa de la exportación es difícil... Pero ¡ché! Pa ofrecer eso, mejor no lo ofrezcas...) y de segundo, no me acuerdo, pero el plato tenía una inconfundible presentación de “plato de restaurante yanqui finolis", acompañado con verduras mal cocidas, entre ellas, brócoli (por mucho que me guste, he de reconocer que muy español, digamos que no es, como para acompañarlo todo con él).

Sé que me dejé parte del plato (los que me conocéis, sabéis perfectamente que esta no es una de mis costumbres… De hecho, procuro evitarlo) y aquello provocó el impertinente comentario de la especie de... catalán que teníamos por camarero (con todos los respetos hacia los catalanes amables, cultos y buenas personas… Pero chicos: igual que nosotros, los madrileños, tenemos por aquí a mucho pijos castellaneros o chuleras insoportables, vosotros tenéis la lacra de contar entre vuestros "compatriotas" con cada imbécil, que echan para atrás...). Por supuesto, el menda había adquirido las costumbres propias de los restaurantes yanquis (Ya sabéis, el rollo “Me llamo Jordi, y voy a ser su camarero”), por lo que se veía obligado a preguntar insistentemente “¿¿¿Qué tal, qué les ha parecido???”… En fin… Muchos me criticaréis, porque diréis: “Tendrías que haberte puesto en plan hipocritón, y haber dicho “Deliciossssso”, que es lo que habría hecho cualquier americano de pro”, pero no sé muy bien qué le dije (Oye, tampoco es que yo fuera muy gráfica, pero me había dejado parte del plato, con eso lo estaba diciendo todo), a lo que el tipo comenzó a disertar sobre “Que en realidad, si lo pensamos bien, no existe la comida española como tal, sino que hay unos cuantos buenos productos –de los que, claramente, ellos en el puto restaurante, carecían-, unos cuantos buenos platos”...

¡¡¡¡¡¡SACRILEGIO!!!!! Coincidiréis conmigo en que era pa haberlo matao, ¿o no? ¿¿¿¿Cómo alguien se puede atrever a decir tal cosa de una gastronomía como la española, trabajando en un restaurante en el extranjero, en donde se supone que tienes que ser el más convencido entre los convencidos de que NO SÓLO la comida española EXISTE, si no que ES LA MEJOR DEL MUNDO???? Y luego nos preguntaremos porque tenemos tan poco éxito... Así nos va.

Aunque también es verdad que si estás de camarero en el puto Scottsdale de Arizona, tienes razones más que suficientes para volverte un amargado y un gilipollas integral…

No veáis la sorna que me dedicó el subnormal cuando me comí enterito el flan de postre (Eso sí, él mismo me reconoció que era casero… Vas a comparar un flan casero con el chicloso chorizo Revilla, ¿no?), “¿Qué? Esto te lo has acabado, ¿no?".

Si tenéis curiosidad por saber cómo fue el espectáculo flamenco, os diré que las que mejor bailaban eran las yanquis de la escuelita de flamenco que tenía el restaurante (las mujeres le ponían verdadero interés, y se meneaban bastante bien), porque la “artista invitada”, que era mejicana, no se sabía si estaba bailando un corrido o unas sevillanas... Eso sí: parecía que le había dado el baile de San Vito. Pero lo más lamentable de todo era los americanos dando palmas… ¡Era como si entrechocaran dos pescados! Lástima que las fotos que hice salieran tan mal... Eran muy graciosas (Ja! Pensaréis que yo, haciendo fotos, parecía la más guiri del lugar. Pues os equivocáis).

Por supuesto, cuando tocó acoquinar, la cuenta ascendía a una suma vergonzosa por aquella cena (algo por el estilo del anuncio de Iberia de este verano), tanto que tuvimos que restárselo de nuestro presupuesto para las excursiones que teníamos planeadas (a Las Vegas y al Gran Cañón).

Después, para rizar el rizo, despejaron el salón principal de mesas, sacaron una mesa de mezclas, bajaron las luces y pusieron focos de colorines y un tipejo lamentable se dedicó a mezclar música pachanguera reggaetonera a un volumen denunciable, mientras todo el mundo se lanzaba a la pista a hacer como que bailaban…

Cuando ya creíamos que no lo podríamos soportar ni un minuto más, nuestros acompañantes decidieron que habían tenido suficiente (el inconveniente de depender de otro a la hora de trasladarse), y nos transportaron por las desiertas calles de Tempe, de vuelta hasta nuestro hotelito (hogar, dulce hogar…).

Fotos: 1) Exterior del indescriptible restaurante español, de la página del propio restaurante, 2) Una foto de uno de los bloques de aparcamientos en Tempe... Lástima no tener ninguna foto de la calle nocturna: hubiérais podido comprobar lo "lunar", o "marciano" que parecía el paisaje, 3) Interior del restaurante, también de la página del restaurante, 4) Foto del espectáculo flamenco, 5) ¡Mi madre preparando una de sus insuperables paellas!, 6) Interior del restaurante, cosecha propia, 7) Curiosa foto muy movida de la bailaora.