jueves, 29 de enero de 2009

Dishes del Treasure Island y la recreación veneciana del Venetian

Techo de The Venetian


Uf, no me acuerdo a qué hora comeríamos, pero lo que sí sé es que había hambre… No suficiente como para acabar con el buffet (cuyo económico precio de 16 dólares, nos acabó de convencer, aunque entonces, ya os digo, era hacer un derroche pa nosotros), pero sí como para ponernos hasta arriba de sushi preparado por una japonesa viejísima, que estaba encantada de echarnos cantidades industriales de sus creaciones en nuestros platos… Recuerdo también que volví loco al encargado de las ensaladas porque le pedí un tipo de ensalada sin haber leído más que por encima los ingredientes y luego me di cuenta de que no quería casi ninguno de los que llevaba… Por lo menos, el hombre se lo tomó bien y se partía de la risa cada vez que yo le pedía que quitara uno de los ingredientes… También me acuerdo de que los postres era lo más flojo del buffet: mucha masota y poco chocolate fino... Además, para cuando uno llegaba al postre, ya no tenía ganas de ná.

Después de saciar nuestros necesitados estómagos, salimos a dar una vueltecilla ya entrada la tarde en Las Vegas city. Lo primero que hicimos fue salir del Treasure island y cruzar la Strip para sentarnos un ratito en la escalinata de la veneciana reproducción del Palacio Ducal del hotel The Venetian… Recuerdo muy vívidamente la sensación de estar allí, asomada a la balconada, escuchando en la lejanía el Think of Me del Fantasma de la ópera que se estaba escenificando en el interior del teatro del hotel… La música del fantasma siempre me transporta a un recuerdo lejano en el tiempo y también en el espacio —Londres—, pero esa es otra historia que debería contaros en otra ocasión… Además, el West End londinense estaba tan lejos como parecía de aquella calurosa plaza de Nevada, en la que, en aquellos momentos, soplaba la agradable brisa de la tarde…



Cuando nos cansamos de escuchar la música del fantasma, entramos en aquel otro hito del panorama lasvegueño: la enorme reproducción de la ciudad italiana, reconvertida en hotel de lujo desmedido. Yo no tenía mucho con lo que comparar, pues no he pisado Italia en toda mi vida, y Pablo ya estaba curado de espanto después de su experiencia peplumiana, por lo que The Venetian no nos chirrió tanto como su primo el Caesars Palace. Tal vez sea precisamente porque este hotel está concebido con mucho lujo y ese mismo lujo es el que imprime un poco más de discreción al cartón piedra... Mmm, en realidad no lo sé, pero la reproducción a escala de la plaza de San Marcos, según lo que Pablo recordaba, era bastante fiel.

Lo que está claro es que los canales, que recorrían el interior y los exteriores del hotel, con sus góndolas y sus gondoleros, claro está, eran muy curiosos (cuando hablamos de este hotel, César siempre me recuerda que los canales del Venetian los gestiona el servicio de aguas de la ciudad de Las Vegas, porque se consideran vías navegables...). Recuerdo muy bien la extraña sensación que producía estar allí, en mitad de un puente con el canal debajo, el cielo de mentira iluminado para dar la sensación de que era el de un día soleado, los turistas haciendo fotos como descosidos y entrando en las tiendas de lujo de las galerías comerciales que llenaban el hotel entre canales, y un poco más allá, un bar de oxígeno, en el que tipos con pinta de yupis y varias turistas japonesas tenían unos tubitos conectados a su nariz y en el otro extremo respiraban oxígeno de diferentes botellitas burbujeantes con colores de aspecto radioactivo y, supuestamente, distintos olores...

Poco a poco, fuimos adentrándonos en las entrañas del Venetian, que es enorme y laberíntico (imagino que como la Venecia real), hasta que acabamos paseando por la planta en la que se encontraban las salas de conferencias y reuniones: por lo visto, el Venetian es uno de los hoteles favoritos para estos menesteres. De repente, las hordas de turistas como nosotros eran sustituidas por otras de hombres y mujeres encorbatados, trajeados y con pinta de ir a todas partes con prisa... ¿Supongo que con prisa por jugar a la ruleta después de un duro de día de trabajo y conferencias? No sé... Tardamos un poco en salir de aquella planta que parecía no tener fin y acabamos llegando a la entrada del teatro del Fantasma de la ópera. Curioseamos la tienda de souvenirs (no encontré nada digno que comprarme, y eso que yo soy muy fan...) y acabamos jugando a una tragaperras (que podéis ver en la foto) que se de vez en cuando profería una carcajada gutural digna del mismísimo fantasma parisino (o, dado el caso, del Dr. Horrible)… Sobre todo cuando perdías tus cuartos en ella (en fin, tampoco es que echáramos mucho dinero… Pero la combinación en la foto es nuestra: claramente, no era una triada por la que nos fueran a dar un premio…).

Decidimos salir del Venetian, pero no era tan fácil decirlo como hacerlo, así que después de dar dos o tres vueltas infructuosas sin lograr encontrar la salida, le pregunté a un camarero jovenzuelo que pasaba por allí. El chico resultó ser muy majete y nos acompañó a la salida mientras chapurreaba en español y nos preguntaba todo tipo de detalles sobre nosotros… También nos contó que había estado viajando por Europa (por lo menos éste no era de esos americanitos que se conforman con pisar el Venetian y ya con ello se sienten más europeos…) y trabajando aquí y allá, por lo había aprendido no-sé-cuántos idiomas (me habló en alemán y en francés, y tengo que decir que no lo hacía nada mal en ninguno de los tres idiomas)… El tipo parecía la mar de espabilao y como aparentaba mucha menos edad de la que debía tener (para que os lo imaginéis, tenía la misma pinta que el adolescente de voz temblorosa de los Simpson, o sea, que no aparentaba más de 17 años), pues parecía aún más desenvuelto... En fin, cuando nos llevó por fin al exterior, a la entrada de la pasarela entre el Venetian y el Treasure Island, le dimos las gracias y nos despedimos de él, para continuar nuestro paseo.


[Fotos: 1) Extraña foto del techo del Venetian, cosecha propia, 2) La entrada del buffet, Dishes , 3) La reproducción del Palacio Ducal, cosecha propia, 4) Interior de los canales del Venetian, cosecha propia, 5) Folleto del Fantasma de la Ópera, 6) Bar de oxígeno del que os hablaba, 7) Máquina tragaperras del fantasma que se reía de nosotros con sorna... Como véis, en ésta tampoco tuvimos suerte, 8) El adolescente de voz temblorosa de los Simpsons, 9) Exterior del Venetian, con la Strip al fondo y los gondoleros de pega.]



viernes, 9 de enero de 2009

La lucrativa franquicia del Cirque du Soleil




Con el horario total y definitivamente desplazado, en nuestro penúltimo día en Las Vegas nos despertamos nada menos que ¡a la una del mediodía! (supongo que la pereza es un pecadillo menor en comparación con el fabuloso despliegue de pecadores empedernidos que nos rodeaban…).

Aún nos quedaba patearnos un poco más el interior de los hoteles-casinos más cercanos, también queríamos ver algunos de los espectáculos exteriores que tenían algunos de ellos y habíamos pensado que queríamos asistir a alguno de los espectáculos del Cirque du Soleil... Y sólo nos quedaba un día y medio de libertad lasvegueña antes de volver al ardiente infierno arizónico de Tempe…

Claro, siendo la una, ya habíamos perdido toda la mañana y no era cuestión de perder el tiempo desayunando, así que de nuevo salimos del New York, New York pensando en probar suerte con lo de las entradas para el Cirque du Soleil.

Antes de continuar, debería aclararos (yo antes de pisar Las Vegas tampoco lo sabía) que la compañía del Cirque du Soleil, que aquí nos venden como la cosa más única del mundo (seguro que mucha gente piensa que es sólo una compañía circense que se dedica a hacer giritas con diferentes espectáculos…), en Las Vegas toma una nueva dimensión y se multiplica por cinco, puesto que hay un espectáculo del Cirque du Soleil casi en cada uno de los casinos importantes de la Strip ¡resulta que de única, no tiene nada! La cuestión es que Cirque du Soleil es en realidad una gran empresa de entretenimiento en la que trabajan más de 4000 personas en todo el mundo. Los espectáculos que podéis ver aquí en España cuando pasan por aquí son los itinerantes y los cinco que hay en Las Vegas son fijos y, para que os hagáis a la idea, cuentan con 9000 espectadores por noche (es decir, el 5% de los visitantes de la ciudad).

Pues nosotros también queríamos convertirnos en unos de ellos (allá donde fueres…), así que fuimos a preguntar al kiosco dentro del centro comercial cuya puerta estaba en la botella gigante de Coca-cola que se veía por la ventana de nuestra habitación, y nuestra primera duda era por cual de los espectáculos decidirnos (nunca hemos visto nada del Cirque du Soleil, así que no hay posibilidad de comparar). los cinco espectáculos eran los siguientes:

  • Mystère: que estaba en el hotel Treasure Island, creado por el famoso director artístico Franco Leone (cuyo nombre puede leerse en casi cualquier cartel que anuncie espectáculo con pinta de onírico, como por ejemplo, el que en ese momento tenía Céline Dion en el Caesar's Palace…). Por lo visto, al dueño del hotel, Steve Wynn, que había financiado el proyecto, no acabó de gustarle mucho el montaje, porque acusó a los del Cirque du Soleil de haber creado una “ópera alemana anticuada”… A pesar de todo el espectáculo cosechó un gran éxito.
  • Ô: Al señor Steve Wynn, el dueño del Treasure Island y también del Bellagio debió de pasársele el enfado por lo del Mystère, porque ayudó al Cirque du Soleil a financiar la construcción de un nuevo teatro en el hotel Bellagio (sí, ése, ése, el de Ocean's Eleven, del que os hablaré más adelante) para que Franco Leone de nuevo pudiera crear otro estrambótico espectáculo, esta vez acuático. En él, los artistas salen y entran de una piscina gigante que contiene 5,7 millones de litros de agua, con las consecuentes dificultades que eso tiene: los trajes de los artistas tienen que ser a prueba de los productos químicos que lleva el agua, al igual que el maquillaje. Además, todo el teatro debe tener una climatización especial debido a que tanta cantidad de agua crea un ambiente demasiado húmedo…
  • Zumanity: era uno de los espectáculos del Cirque du Soleil que menos nos llamaba la atención. Se representaba en nuestro propio hotel, el New York, New York, y es un espectáculo de cabaret, cuyo tema principal es la sexualidad humana. Es, según sus propios creadores, el único espectáculo de Cirque du Soleil que no es apto para todos los públicos... A pesar de que todo esto prometía, no tenía pinta de ser tan espectacular como los otros montajes.
  • : Los envidiosos del MGM no pudieron soportar la idea de que el NYNY tuviera un espectáculo de Cirque du Soleil y ellos no, así que se montaron éste en el que daba la sensación de que el Rey León jugaba al as artes marciales... En fin, tampoco prometía mucho, porque por lo visto la historia era más lineal que en otros montajes... A pesar de eso, por lo visto, los trajes eran preciosos.
  • LOVE: que era el que a mí más me apetecía, porque resulta que era un montaje creado en colaboración con George Harrison, con música original de Los Beatles... Estaba en el Hotel Mirage, junto al Treasure Island: al final, todos los vecinos tenían su propio espectáculo del Cirque du Soleil.

En fin, preguntamos por las entradas de reventa, pero aquello era un timo: sólo revendían entradas de patio de butacas o de palco, lo que suponía pagar el doble que en una entrada doble de las más baratas. ¡Los precios no bajaban de 100 dólares per cap! En esas circunstancias y dado lo apurados que andábamos de guita, no nos era posible ni soñarlo, así que decidimos pasarnos por el Mirage y preguntar directamente en la taquilla del teatro, antes de buscar algún sitio para comer.

Allí nos informaron de que había entradas por 35 dólares, que con el cambio de aquella época y para nosotros seguía siendo un fortunón: lo pensamos y decidimos dejarlo… Tampoco es que aquella noche nos aburriéramos, pero no hubiera estado mal haberlas cogido… Mira: ésa es una cosa pendiente si alguna vez volvemos a Las Vegas (je, je). Ya apretaba el hambre, así que cogimos un trenecito tipo metro rápido que hay entre Le Mirage y Treasure Island y fuimos a comer al restaurante-buffet del segundo hotel, Dishes, porque habíamos visto un cartel que nos había exaltado los jugos gástricos.

[Fotos: 1) Cosecha propia del Mirage al atardecer, con la publicidad del espectáculo del Cirque du Soleil, 2) El cartel del espectáculo que Céline Dion intepretaba, dirigido por el famoso Franco Dragone, 3) Lo que se veía desde nuestra ventana en el NY,NY, entre otras cosas, la botella de Coca-cola gigante, 4) Cartel de Mystère, 5) Cartel de Ô, 6) Cartel de Zumanity, 7) Cartel de Kà, 8) Cartel de Love. Todos los carteles de espectáculos los he sacado de Las Vegas Magazine, de la semana del 17.9.2006]